14 de abril de 2011

Solter@s (Vol. III)

Ana Andújar.

¡Qué momentazo cuando empiezas a conectar aunque sea con las cosas que odias! Y si le añades un par de Paulaners, pues queda claro que eres igualmente un borracho que se quiere aprovechar de una chica, pero eso sí, con clase. Digamos que el chaval me estaba conquistando. Al cabo de un rato empecé a verlo como un ente individual apetecible y no como una venganza contra la sociedad con el atractivo de otro personaje que me ponía enferma. Mientras hablaba de su trabajo como diseñador gráfico, mi escáner recorría su fisonomía como un salido Terminator mira a Sarah Connor servir cafés.

Es una característica poco conocida de las mujeres: se dice que sabemos escuchar, pero lo cierto es que pasamos de lo que no nos interesa igual que los hombres, solo podemos disimular mejor y, de forma innata, guardamos datos sin darnos cuenta de lo que oímos, así que podemos mirar los pectorales mientras nos quedamos con el nombre del jefe que os putea entre semana. Además, yo ya sabía que luego iba a ser interrogada por mis amigas, necesitaba carnaza que darles, y el chico estaba bastante bien.

Presencia: alto, moreno. Carácter: carismático, simpático. Manías persecutorias: 0 (de momento). La cosa pintaba bastante bien, las cervezas relajaban el ambiente y la noche se adentraba a aquella hora en la que quizás te tengan que acompañar a casa. “¿La última?” “La penúltima, querrás decir”, y ahí certificó su amor por los bares y la mala vida. Quizás estaba ante el futuro padre de mis hijos (¿quién quiere un esperma sano si no te puede sacar a tomar algo los viernes?).

Salimos del bar acercándonos algo más de lo que lo hacíamos en clase. Mientras me encendía un cigarro en la calle, él se paró a saludar a una chica. Un cigarro después de unas cervezas, y antes de dios sabe qué, es la razón por la que el tabaco nos va a llevar al infierno: es demasiado bueno para no ser pecado. “¿Nos vamos?” le dije, y entonces allí me la encontré, justo delante de mí: la cara de tío enmarronado.

La cara de tío enmarronado es imposible de disimular: significa que tiene que lidiar con dos ideas bastante chungas en la cabeza, y eso le está jodiendo la vida porque además la cerveza le impide andar o hablar normal al mismo tiempo. “¿Estás bien?” le digo, intentado la sucia treta de tocarle suavemente. “Sí…claro. Vámonos, vámonos.” Mmmm. Huída por la puerta de atrás. ¿No podía simplemente dejarlo estar? Nooo, tenía que preguntar, todas las tías tenemos que preguntar. “¿Esa era…?” “Mi ex.” Si estabais esperando a que alguien echara un polvo esta noche, os habéis equivocado de culebrón.

Continuará...

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