1 de febrero de 2011

Lo mejor del cine en 2010 (II)

José Hernández.

Ayer emprendí la labor de hacer una lista con lo mejor del año 2010 en cuestiones cinematográficas. Fue como un coitus interruptus, porque precisamente la lista terminaba donde comenzaba lo bueno, el podio y sus damas de honor. ¡No desfallezcáis! He aquí la continuación de lo mejor del 2010:

Mucha gente ha salido de esta película despreciándola por deprimente y calamitosa. Hasta cierto punto es normal, ya que Iñárritu ha hecho una película sobre la muerte en todos sus aspectos. Desprovisto de su colaborador habitual, Guillermo Arriaga, que sigue estancado en las mismas ideas de casualidad y destinos cruzados que hace diez años, Iñárritu se libera de un peso y permite a su poesía visual integrarse orgánicamente con la historia que cuenta. Una historia que sigue a Uxbal (superlativo Bardem, en el mejor papel de su ya enorme carrera), un hombre que debe afrontar la realidad de que se está muriendo. En el proceso, también asistimos a la forma en la que nuestra sociedad ve la muerte: como un proceso antinatural, como algo que temer, como algo con lo que comerciar, como algo sagrado e intocable. Y entendemos, a través del camino marcado por el sufrimiento, la futilidad de todas esas consideraciones y la belleza última de la vida: el precioso valor de su fugacidad inaprensible.

Sobre la muerte y sobre la vida trata también este puzzle de muñecas chinas, que bien podría haber caído en la complacencia, la confusión o la presuntuosidad, pero que en cambio compone una historia de belleza universal a través de piezas dispares. Es la historia de un hombre sencillo, con una vida sencilla, sólo que asistimos a todas las posibles vidas que ha podido vivir y que confluyen en un futuro que al mismo tiempo podría ser su pasado. La teoría de las cuerdas, los universos cuánticos, el Big Bang, la entropía, la casualidad, el destino, la inevitabilidad de la muerte o los distintos niveles de realidad que suponen tanto los sueños como la ficción surgida de nuestra mente, todos esos son temas que la película utiliza para ofrecer mayores matices y complejidad argumental, para convertir en más enriquecedora y trascendente, lo que en el fondo es una hermosa historia de amor. Un amor que el personaje busca contra viento y marea, contra las miles de fuerzas que debemos vencer para estar con la persona amada… incluso en aquellas vidas en las que no llegamos a conocerla.

Nolan nunca falla. Durante su corta carrera, ha demostrado que puede manejarse en dos vertientes con igual solvencia, entregándonos joya tras joya: por un lado, películas de acción espectaculares y artesanas, cargadas de contenido; por otro, juegos de espejos, identidades o dualidades que son tan complejos de desentrañar como satisfactorios en su recompensa. Y por fin, en esta película ambas vertientes de su obra confluyen. Podría decirse que, aunque no sea su mejor película, es su obra definitiva: un blockbuster de autor que convence por igual a los que buscan el espectáculo y a los que quieren un producto inteligente y cuidado que plantee preguntas estimulantes. Unas cuantas escenas memorables, un juego de muñecas rusas que nunca se le va de las manos gracias a un titánico montaje, un guión complejo pero no complicado de seguir, y por supuesto sus obsesiones habituales (la culpa que sigue persiguiéndote, el amor roto o imposible, la necesidad de validación del ser querido, el cuestionamiento sobre la realidad…) son las piezas de una de las películas del año, que demuestra que para conseguir un éxito no hace falta recurrir al mínimo común denominador.

Pixar nunca falla, y está demostrado que cuando se trata de su saga más querida y mimada, falla todavía menos. Que con una tercera entrega hayan sido capaces de coger el testigo de lo que consiguieron en las dos anteriores, desarrollar con mayor complejidad y acierto sus temas, y añadir una nueva perspectiva más nostálgica y triste, pero al mismo tiempo cargada de esperanza, sólo es la guinda de un pastel que sirve para que al final se te salten irremediablemente las lágrimas. ¿El resto, lo principal? Una aventura vibrante, emocionante, descacharrante, sin un segundo de respiro, con los mismos personajes entrañables que todos queremos y muchos más que están a la altura (o superan) a los tradicionales. Una de las mejores películas de la factoría de Luxo, y la mejor de una saga que ha ganado incluso frescura con la edad.

Cuando se anunció que iban a rodar una película sobre Facebook, nos echamos todos las menos a la cabeza. ¿Qué mierda es eso? Después supimos que se iban a encargar de hacerla Aaron Sorkin y David Fincher. Y la reacción fue entonces de incomprensión por su elección, pero intriga máxima sobre lo que podían sacar estos dos talentos de tal material. Nunca debimos dudar de ellos, porque nos han dado lo mejor que podíamos esperar. Por un lado tenemos el mejor guión escrito hasta la fecha por el responsable de 'El ala oeste de la Casa Blanca', con sus inconfundibles señas de identidad: diálogos precisos, incisivos, inteligentes, lanzados a discreción como una ametralladora que le otorgan miles de capas de profundidad a una trama convencional pero desarrollada con esmero y cuidado. Por otro, una labor tras la cámara impresionante de Fincher, que mezcla el ritmo vibrante y ecléctico de 'El Club de la Lucha' con la elegancia fría y analítica de 'Zodiac'.

El resultado, conjugado con una banda sonora de lujo y un reparto intachable, es el análisis más certero de la sociedad 2.0, una sociedad que dispone del mayor número de herramientas de la historia para relacionarse socialmente, pero cuyos individuos están más aislados de lo que han estado nunca los humanos; una sociedad en la que las mujeres han escalado puestos y se afirman como iguales, sólo para obtener una reacción misógina de los hombres, que las convierten en objetos que pasear, perseguir, poner nota o desear como ideales sin personalidad; una sociedad en la que los ‘geeks’ han tomado el control sobre los ricos y guapos, pero en donde los poderosos siguen siendo insensibles y prepotentes ante sus semejantes; una sociedad en donde los conceptos de honor y honestidad han dejado paso a la ambición y la egolatría, donde la intimidad se ha convertido en un bien de consumo más pero la gente ya no conoce ni siquiera a sus amigos. No es extraño que se haya llevado ya 20 premios de la crítica americana (y más que se va a llevar): es la obra maestra del año.

Eso es todo por lo que respecta a lo mejor de año. Para 2011 ya tengo unas cuantas películas que muy raro sería que no consiguiesen colarse al menos entre las menciones. Las nombro porque tienen fecha de estreno en España (o han llegado ya), así que es conveniente no perdérselas: 'Incendies', 'También la lluvia', 'Winter’s Bone', 'Inside Job', 'El demonio bajo la piel' y 'Animal Kingdom'. Y hay más joyas esperando distribución...

Mañana, última entrega: los bodrios del año.

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