5 de septiembre de 2010
ETA y las mentiras
José Ramón Martínez.
El comunicado terrorista vuelve a ser incompatible con la verdad, la dignidad humana, la libertad y la democracia. Son otras palabras con el mismo cariz, otras expresiones con la misma intención. ETA sigue pretendiendo un estado totalitario en el País Vasco donde sólo tengan cabida sus ideas. A los que no piensen como a ellos los aniquilarán, como hasta ahora.
A partir de ahora, la política a seguir debe mantenerse intacta. La persecución policial de los crímenes terroristas, la deslegitimación política del uso de la violencia para conseguir objetivos políticos y, por supuesto, la prohibición a los partidos al servicio de ETA entrar en las instituciones democráticas. No cabe duda que este último es el gran objetivo de esta banda criminal, poder entrar en los ayuntamientos y continuar consiguiendo desde ellos más mecanismos para atemorizar y privar de derechos fundamentales a la sociedad.
Debe ser el Gobierno y el Estado quienes sigan tomando la iniciativa y no esteren, rezagados, lo que en cada momento se le ocurre a una banda de criminales. Y los únicos cauces que, como sociedad, debemos utilizar son los que están en la ley. No hay espacio hoy ni para negociaciones ni para “tomas de temperatura”, el único futuro de los terroristas no debe ser una mesa de negociación sino los barrotes de una cárcel.
Ahora, no son las palabras de ETA lo que importan sino los hechos. Que ETA comunique que va a dejar de atentar no es una buena noticia. Que dentro de unos años los vascos conozcan la libertad sí lo sería. Pero, hasta que llegase ese momento, las declaraciones de ETA no ofrecen ninguna credibilidad -ha engañado y mentido siempre- y ninguna de las acciones o políticas del Estado de Derecho deben ir en consonancia con los miserables comunicados terroristas.
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2 Response to "ETA y las mentiras"
El ministro esta mañana dejó la situación muy clara:
Solo hay dos salidas para desbloquear esta situación: O la izquierda abertxale se desliga de ETA y condena todas sus actividades, con lo que ETA quedaría sumida en el ostracismo y sin arraigo social, solo la quedaría desaparecer. O la propia ETA decide abandonar la violencia y entregar las armas. Cualquiera de las dos acciones posibilitaría una apertura hacia la paz y la normalidad en la vida cotidiana en el Pais Vasco. Hasta entonces, seguimos con este guión.
ETA está muerta... ya no existe. Puede dar coletazos, porque matar es fácil, pero nada más.
Lo malo será el que se dé amnistia a los asesinos con tal de no parar el proceso...
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