27 de septiembre de 2010

El colapso de las estrellas

José Hernández.


Hollywood ya no es lo que era. En los años de James Stewart, Cary Grant y demás, la gente iba al cine para ver a los actores que les gustaban. Rara era la película en la que salían los más populares que fracasaba, y sólo se buscaban otros rostros si se querían lanzar nuevas estrellas (como en los casos de Vivien Leigh, en 'Lo que el viento se llevó', o James Dean, en 'Rebelde sin causa'). Todo comenzó a cambiar en los '60, cuando la Nouvelle Vague francesa reivindicó la importancia del director como autor último de una obra, el cine experimental comenzó a hacerse un hueco entre las vanguardias artísticas, los estudios perdieron todo control sobre las carreras de los actores en favor de las agencias de representantes y el mundo del cine se vio invadido por la necesidad de dar respuesta a temas sociales de la época antes que a satisfacer las necesidades de entretenimiento del público.

Así llegamos a nuestros días, en donde se puede certificar casi con seguridad la muerte de la estrella de cine.

Por supuesto, siguen habiendo actores famosos. Hasta tu abuela que vive en el campo ha oído hablar de Brad Pitt y Angelina Jolie, por ejemplo. Pero, ¿se traduce eso en dividendos, en espectadores que van al cine a verles? En los últimos diez años, las películas de Pitt sólo han superado la mágica barrera de los 100 millones de dólares cuando ha estado unida a otros factores: un reparto de mil caras conocidas (la saga 'Ocean’s 11'), cine épico lleno de acción y espectacularidad ('Troya'), Quentin Tarantino ('Malditos bastardos'), una premisa original y el olor inconfundible de los Oscars ('Benjamin Button') o cine de acción, Angelina Jolie y toda la prensa mundial hablando las 24 horas del día de la película ('Señor y señora Smith'). Y nunca ha llegado a los 200 millones. Por su parte, Angelina sólo tiene éxito cuando hace películas de acción que ya de por sí sacarían una pasta sin su ayuda. En otro tipo de películas, el fracaso está casi garantizado.

Ambos han tenido éxito, pero en comparación con su fama y el respeto que se les tiene como actores, casi de forma anecdótica. Y es que ahora mismo, la fama no es un motivo para ir al cine. Por muy bien que caiga un actor, los espectadores ya no acuden en masa a verles a ellos. De las diez películas más taquilleras de este año por el momento, ninguna ha conseguido llegar ahí basándose en el atractivo de sus estrellas. Al menos, no han sido el principal reclamo. Hay cuatro cintas de animación (dos de ellas secuelas), una secuela de un éxito literario para adolescentes, una secuela de un cómic ideal para frikis de todas las edades, dos remakes que cuentan con la popularidad de sus originales (y en uno de los casos, con muchos efectos especiales), y dos películas vendidas en base al nombre comercial de sus directores: la 'Alicia' de Tim Burton (que cuenta con una base conocida y es de género familiar) y el 'Origen' de Nolan (que cuenta con el efecto post-'Caballero oscuro' y un tráiler muy bien parido para crear intriga en el espectador).

El paradigma de Hollywood ha cambiado, pues. Ahora no se trata de poner a un actor famoso al frente de un proyecto cualquiera y contar los billetes. El espectador lo que busca es la idea. Bien sea una adaptación de un personaje mundialmente conocido, de una saga que ya cuenta con millones de seguidoras enfervecidas, de un festín de efectos especiales o simplemente de una película de animación familiar con un razonable esfuerzo promocional, lo que buscan los espectadores son los contenidos. No quiere esto decir que busquen complejidad temática, estimulación intelectual o cosas así. Lo que buscan es un gancho, por frívolo que sea, que justifique ir al cine a ver una película: algo que no puedan tener tranquilamente en su casa o que les abra el apetito de forma urgente.

Algunos actores, como Johnny Depp o Will Smith, siguen pudiendo añadir algunos millones a las recaudaciones de sus películas. Sin ellos tendrían éxito, sólo que no tanto. Sin embargo, son casos esporádicos. En los '80, un Tom Cruise en pleno auge podía conseguir que un bodrio sobre un barman fuese un taquillazo gracias exclusivamente a su presencia. Hoy en día, un Matt Damon en auge fracasa estrepitosamente con una película de acción bélica con buenas críticas, y lo hace sólo porque el filme trata la impopular guerra de Iraq. A final de año, 'Green Zone' habrá recaudado menos que 'El último exorcismo', una película rodada con dos duros sin nadie conocido ni en su pueblo natal, cuyo único atractivo es estar rodada a modo de falso documental. ¿Y la película más taquillera de todos los tiempos? Su reclamo fue el 3D y los efectos especiales “nunca vistos”, pero habiendo sacado 2.700 millones de dólares mundialmente, sólo un 5% de esos espectadores podría nombrar a alguien del reparto que no fuese Sigourney Weaver (y sólo porque la conocían de los '80).

Nos encontramos ante el declive del ‘star-system’, y como consecuencia, la reducción en la importancia que se les da a los actores en el cine. En este siglo que tenemos por delante, no sería extraño verlos finalmente sucumbir al ordenador, convertirse en meras voces o modelos para figuras por ordenador, ya que nadie va a verles a ellos en pantalla. Paradójicamente, lo único que les mantiene con vida y que sigue dándoles trabajo consistentemente como presuntos reclamos en taquilla es lo que más odian todos los que tienen un mínimo de respetabilidad y profesionalidad: la prensa del corazón. Mientras los chupasangres rosa necesiten famosos que ensalzar, diseccionar y lanzar por el fango, seguirán existiendo los actores famosos. Crucemos los dedos para que sea el cine quien siga eligiendo quién lanzar al estrellato, no vaya a ser que las Cate Blanchetts y Natalie Portmans del presente sean desplazadas en el futuro por Paris Hiltons y Tila Tequilas.

3 Response to "El colapso de las estrellas"

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Lobo Says....

Como dice mi tía-abuela: "Ya no quedan artistas buenos, nene, ni uno..."

Lástima que el carisma y magnetismo de las estrellas ya no sea suficiente para atraernos a la gran pantalla. Aunque yo por mi parte, como sabes, muchas veces sigo asistiendo al cine independientemente de la peli que sea sólo para ver al artista en cuestión,llámese este Pilar López de Ayala, Leonor Watling, Ariadna Gil y por supuesto, reina de reinas, Maribel, mi querida Maribel...

También reconozco que Bruce Willis me tiene, Jungla de Cristal caló muy hondo... y para siempre.

Bueno, siempre nos quedará la filmografía de Grant.

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Anónimo Says....

De acuerdo... parcialmente. El Cine siempre será Cine independientemente de la plataforma en la que se muestre, por lo que bodrios que atraigan a la masa protagonizados por gentucilla famosa serán... otra cosa. No seamos catastrofistas. El star-system se desmorona, sí. Mejor. Menos sueldos disparatados, caprichos intolerables y cotilleos deleznables a costa de una industria que merece algo mejor. Currantes del cine, eso es todo. Aunque ya no sean estrellas en el sentido clásico, seguiremos yendo al cine, junto con el gancho de la idea que nos vendan, porque sale este o esta actriz que me gustó en aquella otra peli.

¿Que no se ha contratado a Fulanito Johnson para este pedazo película porque costaba demasiado y no nos aseguraba el éxito en taquilla? Mejor. La producción y el resto del reparto lo han notado en sus bolsillos. Este otro lo hace igual o mejor y cobra una cifra más terrenal.

¡Son todo ventajas!

Desmodus.

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Angie Says....

me has convencido...casi. Yo creo que sigo siendo de las que, en muchas ocasiones, ven la peli por el artista. Sin ir más lejos esta semana he visto la que has puesto de ejemplo, Green zone. y por qué la vi? pues porque vi a Matt en la carátula, si no, dudo que me hubiese fijado en ella. Pero si te doy la razón en que influyen otros factores, como puede ser el mágico 3D, o que sea la adaptación de una obra reconocida. Sin embargo, qué sería, yo que sé, de Titanic, por ejemplo, sin su Leonardo...Además, ya sabes que yo siempre iré al cine a ver a mi Tom, jeje.

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