16 de julio de 2010

Crítica: La sombra de una duda

Rafael Bargiela / Madrid.

El misterioso tío Charlie visita después de muchos años a su hermana en California. Su sobrina Charlie, llamada como él, empieza a sospechar de las oscuras actividades de su tío, sobre todo al percatarse de que la policía lo está investigando.

De entre los clásicos de intriga se pueden hacer listas muy dispares sobre cuales son los imprescindibles por excelencia. Sabido es que en todas ellas estarán sin ninguna duda más de una película del genio Hitchcock. No es esta una de sus mejores películas. Lo que no quiere decir que esté falta de pinceladas de su talento, o que no pertenezca al selecto grupo de películas altamente recomendables. En 1943 todavía quedaban lejos maestrías incomparables como 'Psicosis', 'Con la muerte en los talones', 'Vertigo' o incluso 'La soga'. Tal fué la calidad de esas obras maestras que puede que acabaran ensombreciendo otras de sus creaciones anteriores.

Sin complicarse la vida, Hitchcock nos presenta aquí un duelo, una batalla dialéctica e inteligente, entre el gran asesino de viudas, y su joven y hermosa sobrina, únicos conscientes de la familia acerca de la verdadera identidad del primero. La preocupación de la joven por el shock que provocaría el descubrimiento de su tío como criminal sobre su familia, causa en ésta un estado de temeridad que la lleva a esperar la propia huida de su tío. Mientras, éste espera su momento para actuar, bien para huir, bien para quedarse definitivamente entre la familia, lo que incluiría la propia muerte de su desdichada sobrina Charlie. Este choque de destinos es que el que tensa la cuerda durante todo el film, causando el suspense bajo pequeñas escenas y situaciones, giros de cámara y gestos sutiles que sugieren una tensa calma que amenaza con romperse en cualquier momento.

El asombroso plano sobre Joseph Cotten durante la cena familiar, en la que sorprende a los comensales exponiendo sus ideas acerca de las viudas adineradas es solo uno de los ejemplos de la maestría del mítico director. De repente, sin cambio de plano, se escuchan las palabras, desde atrás, de Teresa Wright (la sobrina Charlie) mientras la cámara sigue fija sobre Cotten. Éste se gira desafiante, y sin perder la sonrisa, contesta a su asustada sobrina mirando directamente a la cámara. Una auténtica genialidad que coge desprevenido al espectador.

Así, sin ser mi preferida de sus obras, 'La sombra de una duda' es uno de sus clásicos por excelencia, con intriga continua y suspense impropio de películas de su época. Una de esas muestras de grandeza que lo encumbrarían más adelante.

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