7 de abril de 2010

Crítica: Quiero la cabeza...

Rafael Bargiela / Madrid.

'Quiero la cabeza de Alfredo García'

La hija de un rico terrateniente mexicano ha que dado embarazada. Alfredo García, antiguo amigo de la familia, es destapado como el padre del futuro bebe. Bennie, pianista de un bar en ciudad de México, es contratado para encontrar a Alfredo García, matarlo, y llevarse consigo su cabeza. Se ofrece un millón de dólares.

Peckinpah, conocido por la violencia con la que golpea en su cine, nos ataca con toda su rabia en este camino irremediable a la tragedia. Desencadenada por la sed de venganza de un padre avergonzado por su hija, la historia se convierte en un peregrinaje del protagonista, físico y mental, hacia la única llave que lo lleve a la felicidad.

Podemos diferenciar dos partes claras en la película. La primera transcurre desde el inicio hasta que encuentran a Alfredo García, periodo en el cual se pretende presentar la personalidad del protagonista y las razones por las que lleva a cabo semejante misión, así como sus intenciones una vez llevada a cabo su tarea. Esta es la parte más lenta y de menos acción de la película.

La segunda parte transcurre desde la llegada al destino hasta el final de la historia. Los acontecimientos se ven desencadenados a raiz de las dificultades con las que se encuentra el personaje el la vuelta de su periplo. Los obstáculos que se le van sucediendo no hacen más que agrandar su ira, la cual descarga cada vez con más furia, sin detenerse hasta llegar a su objetivo final.

Sintiéndose cada vez más hundido en una espiral de muertes sin sentido, navegamos por un mar de sangre junto al desorientado Bennie, dejando una montaña de cadáveres a su paso. El más puro, duro y directo estilo de Peckinpah se libera enfadado en esta película, que no necesita grandes alardes de diálogos ni guión exquisito para presentarnos un relato sólido y envolvente, de esencia parecida a otras de sus películas como la memorable "Grupo salvaje", o la explícta "Perros de paja".

Estamos quizá ante una de los filmes más violentos de Peckinpah, donde hasta la muerte del apuntador puede está justificada. Muy recomendable.

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