Ana Andújar / Lorca.

El Festival Internacional de Cine de Gijón tiene fama de todo menos de normal: que si es para modernos recocidos, que si de progres raritos, que sus películas oscilan entre lo mejorcito del panorama independiente y mierdas experimentales que nadie entiende, que si no cierras los bares y todos los conciertos que te proponen no estás participando del todo en el festival... Pues sí, se dice y no es del todo falso.

Esta edición, la 47ª, ha estado marcada por los ciclos dedicados a cineastas controvertidos y por una sección oficial muy dedicada a sacarnos la lágrima, el hígado y todos los fluidos corporales posibles. El espíritu humano y la sensación de que algo hacemos mal, mal, mal y a veces bien desde el corazón es el regusto que nos queda después de más de 10 días de cine y conciertos.

Ahí va el resumen de la sección oficial. El mejor cine iraní (Frontier Blues) hindú (Between two worlds) o japonés (Wakaranai) demostró que algunos no están preparados para las largas, larguísismas escenas contemplativas de paisajes infinitos de Sri Lanka y vendedores de pollos turcomanos comiendo albaricoques secos o adolescentes huérfanos que tienen que deshacerse del cadáver de su madre porque son demasiado pobres para pagar el entierro. Sí, esos ronquidos en la sala lo decían, hay quienes no están preparados.

Mal día para pescar defiende su candidata uruguaya al Oscar de película no inglesa, con una historia mil veces contada, el luchador acabado y el manager cantamañanas, pero con un acento, el latinoamericano, que le otorga corazón y alma al film. Humday se va del festival con dos galardones y es que la sala no miente: risas y los aplausos durante la proyección avalan esta divertidísima historia, rodada con medios sencillos y actores no profesionales, sobre dos amigos de vidas muy distintas que se reencuentran tras unos años y para no parecer poco cool, terminan planeando rodar cine porno novedoso: dos tíos heterosexuales, ellos mismos, que se acuestan. La holandesa 'The last days of Emma Blank', avisa que la familia perjudica seriamente la salud, y 'The Good Heart', la nueva de Dagur Karí, se sostiene ampliamente sobre dos actores, el it indie boy Paul Danno (Little Miss Sunshine) y el cascarrabias Brian Cox y en una conmovedora historia que sin caer en lo lacrimógeno salgamos del cine con un nudo en la garganta. Y más películas incómodas, 'Le roi de l’evasion' propone como héroe a un vendedor de tractores homosexual y obeso que intentará “cambiar” su vida en sus 40 teniendo un affaire (bastante explícito) con una niña de instituto. Y para terminar, la ganadora indiscutible del festival, 'La Pivellina', un relato sobre personas, así, en crudo. La adorable niña del título es encontrada por Patty (Patrizia Gerardi, que se llevó también el galardón de mejor actriz), y ella y su familia tendrán que sobrellevar su vida cirquense ambulante con la pivellina a cuestas. Puede que no sea la película más sesuda del festival, pero está claro que es un homenaje al humanismo y al amor sin complejos.

Un clásico del festival es el ciclo Enfants Terribles, películas especialmente pensadas para chicos de colegio e instituto (y pases especiales también, sobra decir el caos que pueden montar estos especímenes en el cine, pero en general agradecidos y encantados, no en vano que han cambiado las clases de química por documentales de break dance, (Turn it loose) historias a lo 'Romeo y Julieta' pin-up (Lulu und Jimi), o chavales sin norte que quieren rodar su suicidio en la era YouTube (My suicide).

Y hablando de especiales, aquí tenemos uno estaba dedicado a Harmony Korine, que se despacha en la rueda de prensa: “No muestro cómo es América, sino qué sensación transmite”. Pues estamos arreglados, porque el cuerpo se te corta con films como 'Trash Humpers', la historia de unos tipejos deformados que les apasiona follar con contenedores, o 'Gummo', hoy película de culto por mostrar como nadie el derrumbe del sueño americano de la forma más incómoda posible. Por otro lado, el gran Aleksey Balabanov también visitó Gijón para presentar su ciclo, compuesto entre otras de nuevo cine negro ruso con 'Brother' y 'Brother 2', o una de las películas más duras sobre la decadencia de los últimos años de la URSS, 'Cargo 200'. El director no sólo pasó mucho tiempo en un Lizarrán tomando pinchos (hasta el punto de no poder encontrarlo para el “encuentro con el director” que se hacía cada noche) sino que intentó darse un remojón en las cálidas aguas de la playa de San Lorenzo hasta que la policía casi lo detiene para impedirle hacerlo debido al temporal…Y la retrospectiva de otro grande, Faith Akin, que con películas como 'Al otro lado', 'Im Juli' o 'Solino' ha demostrado qué camino lleva el nuevo cine alemán, que mira a ambos lado de la carretera, oriente y occidente, antes de cruzar. Y el grandísimo ciclo This is England, con lo mejorcito de la escena inglesa desde los '70, sus chavales macarras, la decadencia glam pre y post Thacher, la new wave de la inmigración, Ultravox, Joy Division, polos Fred Perry y anfetamínicas y freneticas bandas sonoras: Fish Tank, Awaydays, Babylon, Telstar, Performance, Breaking Glass, y como no, la grande entre las grandes del género, Quadrophenia.

Y after-fest, la mejor música y actividades para que el cuerpo reviente de cine y cultura: llenos en las actuaciones de Skye (Mocheeba), Niños Mutantes, Mayer Hawthorne, La Bien Querida, DJ Amable, Sunday Drivers o Sidonie, la exposición Unordinary People, sobre las gentes y estética inglesa de los 60 hasta hoy, o el concierto-poemario 13 beautiful songs for Andy Warhol’s. Screen Tests. Palpables los efectos de la crisis en las entrañas del festival, pero no en la butaca: Gijón sigue apostando por el cine y lo demuestra donde debe: sentándose delante de la pantalla gigante sin palomitas y abriendo mente y alma a historias poco convencionales.