8 de diciembre de 2009
Adopción, llave de la felicidad (II)
Teresa Fernández / Madrid.
Después de la primera parte, aquí tenemos la segunda entrega sobre adopciones.
Tras una adopción, los álbumes de fotos recogen las mejores vivencias, mientras que los miedos quedan albergados en sus recuerdos y en sus corazones. Antes de tener a los niños el temor se centra en la situación que padecen en los centros de acogida, donde reciben unos cuidados automatizados que influyen negativamente en el desarrollo psicomotor y afectivo. Cuando ya están aquí, en España, la preocupación inmediata es la adaptación y la integración. La sociedad avanza a un ritmo muy lento y aún se escuchan comentarios y se aprecian miradas discriminatorias en la calle. A Marta, la pequeña procedente de China, en el colegio ya le han recordado algunos de sus compañeros que sus rasgos son distintos.
Los padres no sólo tienen que enfrentarse a los comentarios de la sociedad, sino que también a las preguntas que sus hijos les hagan. Esther Herranz, psicóloga de la ECAI ACI (Asociación para el Cuidado de la Infancia), trabaja en un taller de ayuda post-adopción y asegura: “Es muy duro responder a preguntas del tipo: ¿Entonces quién es mi madre?, ¿por qué me abandonó?, ¿esa señora me quería? Son cuestiones que saben que pueden hacer sufrir a sus hijos”.
La adopción y el nacimiento de un hijo no distan tanto: implican la misma responsabilidad, y el amor que se les puede dar a los pequeños no sabe de biología.
Sin embargo, los primeros días y meses del hijo menor nunca son iguales que los del primogénito, incluso en la adopción.
Los madrileños Juan José Herradón y María Antonia Díaz empezaron a sentirse padres al ver a su hijo Alejandro en el orfanato número 1 de Bucarest (Rumania). Al verle supieron que querían dejar de viajar, bailar y cenar con los amigos y, empezar a cambiar pañales, a preparar papillas y a emocionarse por las primeras palabras que emitía su retoño. Hasta los 22 meses Alejandro no dio sus primeros pasos. Con cuatro años ya no sólo andaba sino que también corría bastante rápido y había adquirido gran agilidad, que le sirvió, en su regreso a Bucarest, para juguetear con quien iba a ser su hermano Adrián.
Estos dos pequeños viven la auténtica relación de hermanos: Alejandro ha sufrido la envidia como todo hijo mayor. Adrián se está criando cómo el segundo de cada familia: aprendiendo de su hermano y sin la desbordante atención de sus padres, que ya no son primerizos y por lo tanto, no han vivido su adopción de la misma manera que la de Alejandro.
La adopción de Adrián duró tres años, dos más que la de Alejandro, en cambio sus padres la vivieron sin ansiedad. Para los pequeños también fue distinta. Alejandro era un bebé y no lo recuerda. Adrián tenía dos años y estuvo ocho meses con una cuidadora hasta que Juan José, María Antonia y el pequeño Alejandro fueron a buscarle. Para él esa señora era su madre y se mostró reacio a irse con los que hoy son su familia.
Juan José declara que no puede querer más a un hijo biológico que lo que quiere a Alejandro y a Adrián y cree que ha sido parte de su destino y añade: “Esos dos niños estaban ahí, ¿para que íbamos a tener nosotros otros cuando éstos estaban sin madre?, que además debe de ser el peor castigo del mundo: nacer sin que nadie te dedique algo de su tiempo”. Y echando la vista atrás y volverían a adoptar si tuvieran menos edad. Como ellos, otros muchos, como Santiago y Mari Ángeles, si no costara tanto.
El bienestar de los niños no tiene precio, pero el sueño de estas familias implica un gasto que asciende aproximadamente a los 12.000 euros. Aún así, las familias adoptantes no lo dudan: la adopción es una sensación indescriptible que les abre la puerta a la felicidad y le da sentido a sus vidas.
2 Response to "Adopción, llave de la felicidad (II)"
Magnifico tema y reportaje! es importante que la gente se termine de concienciar sobre lo importantes que son las adopciones, no solo para los niños, sino también para las familias. Ambos salen beneficiados. Un besazo enorme. Mariajo
muy interesante para quien quiera adoptar y en general para todo el mundo
Juanjo
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