16 de octubre de 2009
Moon: El astronauta desdoblado
José Hernández / Murcia.
Dirigida por el novato Duncan Jones, 'Moon' ha arrasado en el pasado Festival de Sitges, alzándose con los premios a mejor película, actor, guión y dirección artística. No es de extrañar. La ciencia ficción inteligente no abunda en el cine actual, donde básicamente se utiliza como una excusa para añadir más efectos especiales a las películas de acción. Por ello, un filme como este, cimentado sobre la exploración seria de las ideas que plantea en lugar de sobre la espectacularidad y los presupuestos desorbitados ('Moon' sólo costó 3 millones de euros, más o menos lo que cualquier película española), supone un soplo de aire fresco.
El argumento nos acerca a un astronauta que lleva tres años en la Luna, recolectando un material que puede abastecer las necesidades energéticas de la Tierra. La soledad, la añoranza de su familia y el tiempo transcurrido en la estación hacen mella en él, tanto que comienza a dudar de su estabilidad mental. Un día tiene un accidente y despierta en la enfermería, sin recuerdo alguno de lo sucedido. Cuando vuelve a salir al exterior, encuentra el vehículo siniestrado… con él mismo dentro. Y hasta aquí puedo contar.
Tanto en su estética como en sus intenciones, 'Moon' recuerda a las películas que se hicieron durante (o en los alrededores de) los años '70. En la puesta en escena y en las ideas que desarrolla podemos encontrar influencias de '2001' o incluso del cine de Tarkovsky ('Solaris', 'Stalker'); los decorados parecen sacados de Naves Misteriosas; hay algún guiño a 'Alien'; y el conflicto humano central es muy parecido al que resonaba en 'Blade Runner'. Sin embargo, aunque los elementos con los que trabaja son familiares para cualquier aficionado, están trabajados de forma sólida y con una personalidad propia que añade ciertos alicientes originales.
Así, lo que en manos de un director cualquiera podría haberse quedado en un mero misterio con giro final, en las del hijo de David Bowie se convierte en un análisis de la esencia de la psicología humana, qué nos hace como somos y qué nos diferencia. También plantea de una forma nunca antes vista (por lo que a algunos les chocará bastante) el desarrollo que se debe seguir hacia la madurez emocional. En esto le ayuda la magnífica actuación de Sam Rockwell, que tiene para él solo la pantalla durante toda la película y consigue dotar de infinidad de matices a su(s) creación(es).
Pero ante todo, la cinta se revela como una afilada crítica a la política empresarial del mundo desarrollado, donde el ser humano ha pasado a tener la misma consideración que un clip o un bolígrafo, y donde los beneficios obtenidos justifican la explotación de los trabajadores como si de meras ratas de laboratorio se tratase. Hasta tal punto ataca los tejemanejes de las altas esferas, que el propio ordenador GERTY es capaz de mayor compasión y empatía que los dueños de la gran compañía, aunque no tenga sentimientos. Ante un retrato tan pesimista no es extraño que su final, que recuerda al de 'Blade Runner' (no por casualidad, la película favorita del director), destile amargura en lugar de la imprecisa esperanza de aquella película.
Sin embargo, pese a sus mensajes y sus hipnóticos paseos lunares, está lejos de ser una película perfecta. A Jones le queda aún por madurar el sentido del ritmo y la fluidez narrativa, y debería trabajar con elementos menos convencionales que den mayor juego. No obstante, nos encontramos ante un director a seguir y una película que cualquiera que desee un entretenimiento repleto de ideas debería ver.
1 Response to "Moon: El astronauta desdoblado"
Soy un profano en Tartovski pero si veo algo de Solaris de Soderberg una de esas peliculas fallidas que me gustan. Diria que el principal triunfo de Moon, es la BSO que crea una ambientación sonora absorvente y el protagonista capaz de sostener el solo hora y media de pelicula.
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