8 de septiembre de 2009

De pena y de muerte

Eneas G. Ferri / Alcoi.

Hace poco leí, en un blog que suelo frecuentar de un profesor que tuve, seguramente el mejor que he tenido, el nombre de Cameron Todd Willingham.

Seguramente nadie o casi nadie de los que leamos este modesto blog que vuelve de vacaciones sepa quién es. Yo tampoco lo sé. Ni me interesa. Lo único que pude leer es que se trataba de uno de los ejecutados en el estado de Texas. Hasta ahí, todo bien, es un estado donde se mata a la gente para cumplir condena y a éste se lo ventiló cual Terminator hacía tranquilamente. Sólo hay un pequeño inconveniente. Se ha demostrado que era inocente. Desde el primer momento de condena hasta justo antes de morir este hombre defendió que era inocente.

No quiero entrar en debates sobre la pena de muerte o no. Creo que ni siquiera hay debate cuando se tienen presentes algunas leyes naturales que están por encima de cualquier pensamiento humano. Por mucho daño y maldad que haga una persona, aunque asesine, nadie se debería refugiar en una idea para matar por sistema. Un desequilibrado matará a algunas personas, un sistema desequilibrado mataría a todos los integrantes del sistema. La ley natural dice que no se vuelve atrás tras morir, y esa jamás se equivoca. La aplicación de las leyes de Texas se equivocaron. Al menos, espero que alguno de los hacedores de la barbarie tenga pena, aunque en pocos días vuelva a ser pena de muerte.

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