30 de septiembre de 2009
Cine, cine, cine...
Ana Andújar / Lorca.
San Sebastián es y respira cine, y sobre todo, vive de él la mayor parte del año. El Donosti Zinemaldia y el Festival del Terror de Octubre son sólo dos ejemplos de la importancia que la ciudad le otorga al séptimo arte, y su papel como escaparate nacional al cine de todo el mundo.
Este año 2009 SHDC ha sido testigo de primera mano del festival de cine más importante de España para traeros todos los detalles del nuevo cine que viene.
El festival se compuso de cuatro grandes ciclos, entre ellos, sección Oficial y Zabaltegi, con las novedades y las películas a concurso, Horizontes Latinos, las últimas propuestas del cine de Latinoamérica, Contraola francesa, películas del país vecino que avanzan un paso más allá de la nouvelle vague, o el ciclo dedicado al cineasta Richard Brooks.
La gala de inauguración del viernes 18 supuso el pistoletazo de salida a casi diez días del mejor cine. Con todo el glamour que la alfombra roja donostiarra (el año pasado, para extrañeza de sus habituales, era rosa) nos tiene acostumbrados, la gala de presentación del festival fue una cascada de famosos actores y actrices, directores de renombre e invitados que no querían dejar de pasear sus modelitos por un paseo, de los coches de lujo al auditorio Kursaal, cuajado de fans de todas las edades que no dudaron en despojarse de pulmones y dignidad para conseguir la mirada de sus ídolos.
El desmadre fan
Con él llegó el escándalo, y los pisotones. Sorprende ver cómo Brad Pitt, que no es ningún jovenzuelo ya, arrasa entre la congregación fan de todas las edades que se dieron cita en la puerta del Hotel Maria Cristina (hotel de lujo en el que se albergan las estrellas del festival) a la espera de que sus dioses hicieran aparición y con un poco de suerte, robarles un autógrafo. La seguridad del festival se las deseó para guardarle el tipo a Pitt, mientras que un tipo a su lado con camisa de cuadros que se hacía llamar Tarantino se quedaba unos pasos atrás riéndose de la suerte de su amigo.
Era la presentación de Inglorious Basterds (una errata que es demasiado tarde para arreglar), precedida por la rueda de prensa de director, Quentin Tarantino, y el actor Brad Pitt . Las entradas se agotaron para los tres pases del film y el regusto sabía a otro tanto del de Tenesse, que sin pedirle que nos repita joyas como Reservoir Dogs o Pulp Fiction, consigue un trabajo de lo más redondo, con coñas que los fieles de Tarantino sabrán descubrir. Pitt encarna al teniente Aldo Reine, que lidera a un grupo de judíos americanos dispuestos a “liquidar nazis” como quien come pipas. A partir de ahí, ensalada habitual de ketchup y sangre con diálogos a ritmo de ametralladora, pero esta vez no será de Honey Bunny en la cafetería de carretera, sino en la Segunda Guerra Mundial. Será una pena no conseguir ver la cinta en versión original en un cine comercial porque el tejemaneje de los soldados intentado hacerse pasar por italianos o alemanes según el caso, perderá al doblaje (desternillante cuando Pitt intenta hacer creer que es italiano y habla con fuerte acento sureño, algo así a como cuando los Morancos hacen de guiris ingleses-salvando las distancias).
Pero no sólo de Pitt vive el fan. Hemos visto codazos, carreras y largas esperas en la puerta del hotel para conseguir una firma (o lo que surja) de Martin Internado Rivas, Paco León, Carmen Machi (de quien se dice que tiene bastante mala leche, tanto como para romperle una foto suya a un fan que lo contaba desconsolado), Ricardo Darín o Ian McKellen.
Perlas y perdidos
La sección Perlas del festival tiene como objetivo mostrar algo en apariencia pequeño, pero con un gran valor artístico. Así se mostró en Zabaltegi películas como Yuki y Nina o Precious, la sorpresa de la temporada, avalada por el Gran Premio del Jurado en Sundance y el sobresaliente de la autora del libro en el que está basado, consiguiendo el Premio TCM de público de San Sebastián. Precious cuenta la historia de una niña de 16 años, obesa, afroamericana y analfabeta, que está embarazada por segunda vez de su propio padre. Parece un dramón telefilm after lunch, pero lo cierto es que la ironía que le infunden al personaje protagonista, encarnado por Gabouredy Sibide, lo aleja de estereotipos y le da fuerza para que no sea un reportaje victimista más. No llega a la originalidad de Palíndromos, pero se deja ver.
Horizontes Latinos siempre nos deja el cuerpo tocado, y esta edición no ha sido para menos. Daniel y Ana se mantuvo durante días en cabeza del premio especial de la Juventud no por suave precisamente. Cuenta la historia de una pareja de hermano de clase alta que una noche son secuestrados y obligados a mantener relaciones para grabarlas y vender las imágenes en el mercado pornográfico ilegal. El director contó que la película está basada en un hecho real a partir del testimonio de la chica, pero parece ser que hay más de un caso en Latinoamérica. La tensa relación de los hermanos a partir de entonces y el impactante final hacen de esta modesta cinta un ejercicio de reflexión, como también ocurre con algunos otros de los films presentados, Los Condenados, Francia o Los Viajes del Viento.
Menage a trois sangriento y cowboys de buen corazón
Así podría resumirse los otros dos ciclos del festival. La Contraola francesa, “novísimo cine francés” trajo de cabeza a algunos espectadores que no terminaron de encontrarle “el punto” a tanto experimentalismo y ensayo. El ciclo se presentaba como el contrapunto a la época de la nouvelle vague, a sus predecesores encabezados por Godard, era un grupo de directores y directoras que querían romper los moldes del cine francés y mundial visto hasta ahora. ¿Lo han conseguido? La temática esencial viendo todas las películas presentadas era algo así: sexo explícito sin mucho fundamento a veces, fantasías femeninas grabadas por hombres que seguramente no tendrán ni idea de lo que quiere una mujer (Les anges exterminateurs), sangre, vísceras, violencia hasta llegar al gore (Martyrs), películas de dos horas con tres líneas de diálogo. Por supuesto había excepciones ante tanto esnobismo cultureta (Irreversible), pero viendo cómo se vaciaban las salas durante las proyecciones parece que el público español no está lo suficientemente adiestrado para surfear en la contraola.
A Richard Brooks (Filadelfia 1912-Beverly Hills 1992) va dedicada la retrospectiva de este año. Este director de actores se caracterizó por adaptar magistralmente obras de Conrad, Tenesse Williams o Capote al cine y de denunciar el sistema bélico, capitalista, incluso sentimentaloide americano. Y parece que los ciclos clásico siempre triunfarán entre los adictos a festival. Más de una veintena de películas del director se proyectaron con lleno en la sala y buena acogida entre los asistentes, que encontraron en el agudo sentido del humor de los guiones una válvula de escape a tanto cine oficial enrevesado.
2 Response to "Cine, cine, cine..."
Una vez más, me quito el sombrero. ¡Bravo Ana, es buenísimo! :)
Enhorabuena Ana!!! Me ha encantado el artículo. Un saludo
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