Rosario García / Murcia.

Como diría mi abuela, “¡el mundo ya no es lo que era! ¿dónde vamos a llegar?”. Que si puede abortar un menor de edad sin el consentimiento de los padres, que si puede comprar la píldora del día después en la farmacia como si fuera una aspirina infantil, que si puede cambiarse de sexo e incluso “hormonarse” antes de que su cuerpo termine de realizar los cambios… ¡Si Franco levantara la cabeza! Se daría con la tapa y, además de un estúpido chichón y un increíble dolor de cabeza, no le quedaría otra que meterse de nuevo en la caja. Y es que ya, desde hace algunos años, ni siquiera la música puede amansar a las fieras lujuriosas y pendencieras que todos llevamos dentro.

La pobre anciana se echó las manos a la cabeza cuando vió en la tele lo nuevo de Shakira. Un lenguaje explícitamente maquillado, unos movimientos brutales, casi en el límite de la sexualidad permitida en televisión, de ese conjunto de curvas capaces de volver loco hasta al mismísimo Carlos Sainz, y un mono dorado pegado cual pantalones de cuero a lo Olivia Newton John.

A la pobre le han caído críticas de todos lados. Que si ya no queda nada de la niña dulce de pelo moreno y pies descalzos que cantaba al amor y a la ruptura de las fronteras, que si se ha querido subir al carro de las super estrellas americanas olvidando que es colombiana porque sacan más pasta con sus contoneos que con su voz, que si ha perdido toda la magia que desprendía al principio y ahora sólo es una sex simbol más, que sólo le importa el dinero… Para mí, sin duda, lo peor son las comparaciones. Dicen que con esto quiere ganarse un puesto como la “sustituta” de Madonna y empezar a dar el espectáculo, que si se parece mucho a lo último de Beyonce (la verdad es que al final del video, en la azotea, recuerda un poco al “Single ladies”) o que recuerda en algunos movimientos a Paulina Rubia o Britney Spears. Yo si fuera ella, no quisiera que me compararan con estas dos últimas, porque no sé que tienen además de un par de piernas y de tetas como todo el mundo, a parte de su afán por dar el espectáculo.

Tampoco entiendo de que se sorprenden. Estaba claro que Shakira quería dar el gran salto cuando empezó a cantar en inglés y empezó a ponerse el pelo cada vez más claro (muchos piensan que ha sido el exceso de agua oxigenada lo que ha acabado con su esencia). Y a mí, que queréis que os diga, me parece lícito y recomendable. No tiene porque quedarse siempre con el espíritu inocente de niña colombiana de raíces árabes si ya no lo es.

En cuanto al nuevo single, también me gusta. Aunque la letra patine en algunas estrofas (“La luna llena como una fruta, no da consejos ni los escucha”), me gustan esos toques de música electrónica que hacen de la canción posible carne de discoteca y esa letra con la que todas, en algún momento de nuestra vida, no hemos sentido identificadas. Porque yo, si llevo una loba dentro. ¿Tú no?