7 de julio de 2009

A San Fermín pedimos

Eneas G. Ferri / Alcoy

"A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición". Así empieza el encierro. El grupo de toros al estruendo de un chupinazo enfilan las calles a toda velocidad entre los numerosos corredores, que antes se habrán encomendado al santo y que dándose trastazos, empujones y sumando caídas de no te menees, intentan hacer la carrera de sus vidas, para recordarla por siempre y guardarla, con un poco de suerte, si lo graba alguna televisión o un conocido. La carrera seria de verdad. Los Sanfermines.

Hablando de Sanfermines. Cómete unos bocatas de mierda, tres cientos kalimotxos y poco a poco irás pasando los días de fiesta. No hay problema porque te pilles un buen pedo, en cualquier rincón encontrarás gente como tú, incluso hay vidas paralelas que se unen en San Fermín y no se separan por siempre jamás.

– “Poté hace un rato, pero comí verde, bebí rojo, y he devuelto negro. Estoy un poco asustado”.

– “Es lo que tiene esto, que se mezclan hasta los colores. Yo vine con la camiseta del Sevilla y ahora llevo una del Betis. ¡Vamos como devolver negro!”.

Conversaciones donde la cordura y la amistad se entremezclan con aguantarse la frente unos a otros.

Hablando de ebrios. No se si lo estaría, pero fue una gran
hazaña. En mitad de una corrida de la feria de San Fermín, allá por el año 1979, pocos meses después de estrenarse la película en España, apareció él, Fernando Lizaur, en el tendido de la plaza de Pamplona y revolucionó el ruedo. De unos peñistas a otros fueron pasándolo mientras él, puño en alto, surcaba el cielo pamplonica en lo que fue una gran fiesta, lejos de lo habitual en las plazas de España. Un hombre, puro en morro, disfrazado de Superman. No indultaron al toro, lo mataron como a tantos otros, pero bueno al menos relajó el ambiente.

Hablando del toreo. Un arte, sin duda. Es tremendamente hermosa la lucha del hombre y el animal. Cual sea. Intentaría hacer una recogida de los diferentes enfrentamientos que tantas culturas guardan por tradición. Los ‘forcados’ portugueses o los rodeos americanos, por proximidad y fama. Pero a pesar de tradición, hay momentos en que la fortaleza de un toro queda en una bocanada de sangre y un animal al que le flaquean las patas, mientras el bravo torero mira inquieto sin saber bien que hacer.

Hablando de toreros. Se cumplirán 20 años de la fuga de El
Dioni. Eso si que son un par de ‘güevos toreros’. Sin duda se podría haber escondido en los Sanfermines y de allí a Brasil, llevándose con él de fieles escuderos a un par de los de las vidas paralelas (a la camilla de la ambulancia, da igual si camiseta del Betis o Sevilla).

A San Fermín pedimos, será por pedir, que salga otro Dioni, con un par de “güevos” para que el trabajador cualquiera sonría ilusionándose en si él podría hacer algo parecido. Es más, por pedir, que salga el Dioni vestido de Superman, secundado por el sevillista y el bético en aparente abstemia conduciendo el furgón ‘ozcuro’ del que saldrán los ‘seis toros seis’ mejores de la historia para indultarlos a todos y replantearnos la fiesta grande, sin miedo, que se está quedando chica. Será por pedir.

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