7 de julio de 2009

El que nos trajo la libertad

José Ramón Martínez / Yecla

Mucho se ha escrito en este país sobre la transición. Y siempre que escucho hablar de este gran periodo histórico echo de menos el recuerdo al que para mi fue su gran artífice, Don
Torcuato Fernández-Miranda. Era uno de esos políticos cultos, enigmáticos, cabales y valiosos. Pero sobre todo fue un hombre libre y leal, libre porque fue el único político que criticó a Franco en vida, y leal porque siempre mantuvo con el Rey -su alumno en la universidad- una relación de fidelidad inquebrantable.

Don Torcuato fue Vicepresidente del Gobierno de Carrero Blanco, tras su asesinato asumió el Gobierno hasta la llegada de Arias Navarro. Tras la muerte del dictador y el final del mandato de Rodríguez Valcárcel al frente de Las Cortes asumió, por decisión del Rey, la Presidencia de Las Cortes.

Fue como Presidente de Las Cortes Españolas donde condujo a España a la democracia. En primer lugar sostuvo, no sin problemas, al sector radical del franquismo, impulsó el trámite urgente de las leyes para no demorar su aprobación en Las Cortes y evitar que los procuradores anestesiaran el cambio y este se produjese por la fuerza.

En segundo lugar, tras la dimisión de Arias, colocó, por orden del Rey, a Adolfo Suárez en la terna de tres presidenciables que el Consejo del Reino tenía que ofrecer al Rey para que este designase de entre uno de esos nombres. Sin su actuación, el Gran Adolfo Suárez nunca hubiese sido Presidente del Gobierno y nuestro futuro hubiese sido distinto.

En tercer lugar, Don Torcuato fue el autor material de la Ley para la Reforma Política, que sentó las bases de nuestra democracia y destruyó el sistema franquista. Fue instigador de la legalización del Partido Comunista en la Semana Santa del 77. Su verbo era fascinante, de sus labios surgía una música que llenó a los españoles de libertad y de oportunidades.

Pese a que tuvo un pasado franquista, supo mirar hacia delante con ilusión y confianza, reconoció cambios profundos y complejos en la sociedad española que requerían transformaciones políticas y se puso, desde la sombra, al mando del timón, sin hacer ruido, pero sin dejar nada al azar.

Tras las elecciones constituyentes fue senador por designación real, estuvo presente activamente en los debates constitucionales y tras aprobarse el texto y convocarse nuevas elecciones dejó la política para fallecer a principios de los 80.

Un gran político...

1 Response to "El que nos trajo la libertad"

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Anónimo Says....

Mucho se ha escrito en este país sobre la transición, es cierto. Pero siempre desde la perspectiva de la historiografía oficial. Por eso se comprende la admiración y el ensalce de personajes como Torcuato Fernández Miranda. Torcuato fue sin duda un político leal, pero su lealtad referida a un régimen: el de Franco, régimen que también fue el artífice de una transición democrática hecha a su propio estilo porque el propio régimen ya no podría sobrevivir. Torcuato modernizó el régimen al estilo del dictador, creando las condiciones para que su sucesor Juan Carlos I continuase en el cargo manteniendo mediante Reforma Democrática frente a la Ruptura Democrática con el sistema que pretendían los verdaderos demócratas de entonces. Sí, es cierto en cuanto a que condujo al país a la democracia (con minúsculas) tras la muerte de Carrero Blanco (cuyo atentado fue deliberadamente organizado por la CIA y sobre el que Franco dijo eso del no hay mal que por bien no venga). Una democracia con un sistema electoral que favorece el bipartidismo y liderada por neofalangistas renovados situados unos en la derecha (Fraga,Silva Muñoz, Leopoldo Calvo Sotelo, etc...) y otros en la izquierda (Barrionuevo, Múgica, Javier y Luis Solana, y el propio Felipe González antiguo jefe de centuria de Falange) para crear la imagen de polarización que el antiguo régimen necesitaba para mantener sus privilegios. Se aprobó una Ley de Amnistía que sirvió para redimir los crímenes del régimen franquista como Ley de Punto Final a la argentina, la aprobación de una Constitución de 1978 que establecía la figura sacra de la Monarquía que nunca podía ser juzgada por delito alguno (saltándose el derecho de sucesión) y toda una serie de artículos de derecho a vivienda digna, al trabajo, etc... que nunca han sido respetados y todos a jugar a la democracia a la española.

En cuanto a lo del sector radical del franquismo, fue necesario para aparentar el cambio porque de no haber existido dicho referente nadie habría distinguido por comparación que las cosas cambiaban, aunque eso sí, favoreciendo la impunidad de sus crímenes (organizados por ultrafachas italianos con la complicidad de los servicios de inteligencia españoles CESID, actualmente CNI).

Para la colocación de presi de Adolfo Suárez se barajaron varios nombres (Fraga, quemado por los asesinatos de Montejurra, Areilza quemado por los asesinatos de cuando era alcalde de Bilbao y Adolfo el único falangista no quemado por su juventud y apadrinado de Herrero Tejedor).

Lo de la legalización de Partido Comunista se negoció con Carrillo que ya se paseaba por el norte de España en total libertad antes de la famosa escena de la peluca que sirvió para dar imagen de clandestinidad, logrando con ello controlar mediante la negociación al único sector de oposición contra la escenificación democrática y consiguiente que aceptase la monarquía tal cual y la bandera española símbolo del Alzamiento Nacional (o golpe de estado contra el sistema de legalidad legítima de la República Española).

¿Qué habría ocurrido con el régimen franquista si no hubiesen contado con diplomáticos del nivel de Don Torcuato?. Eso nunca lo sabremos, pero sí sabemos que todo este teatro nos ha traido hasta aquí. Dicho de otra forma: aquellos vientos nos han traido estos lodos.

Todo lo dicho aquí puede ser constrastado, pero para eso hay que bucear en la historia y no solo en los libros de cuentos de la transición porque no hay que olvidar nunca que la historia siempre la escriben los vencedores.

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