24 de julio de 2009
Ruanda y Occidente (II)
Paula Lax / Murcia
Primera parte
El 14 de abril fueron asesinados tres personas en una ambulancia de Cruz Roja y Philippe Gaillard decidió suspender la recogida de heridos en las calles ruandesas. El 15 de abril los soldados belgas de paz abandonan el territorio con la recomendación de retirada de todas las fuerzas de UNAMIR.
Ya era oficial, Ruanda había sido dejada de lado, Occidente se mostró incapaz de ayudar a los ruandeses, se estaban asesinando a unas trescientas treinta y tres personas a la hora y desde las filas de Naciones Unidas sólo se trataba de suavizar lo acontecido, sin reconocer que lo que realmente estaba sucediendo era un genocidio en toda regla dirigido por el régimen hutu, porque ello les obligaría a actuar.
El embajador de la república Checa, Karel Kovanda reprochó al Consejo de Seguridad su actitud en la reunión de 29 de abril de 1994, cuando por fin Keating intentó que se declarara lo que estaba ocurriendo en Ruanda como genocidio para así poder obligar a los respectivos estados miembros de Naciones Unidas a actuar para dar fin al conflicto en base a lo firmado en el Convenio sobre Genocidios en 1948.
La reunión del Consejo de ese día estuvo marcada por el conflicto en torno a si se podía o no calificar como genocidio lo que estaba pasando en Ruanda, o la inclusión en la Declaración que se estaba preparando, a iniciativa francesa, de los asesinatos cometidos por el Frente Patriótico Ruandés. Finalmente la declaración fue firmada el día 30 de abril evitando la utilización de la palabra “genocidio” y cediendo ante Francia y sus insistencia sobre los crímenes cometidos por el Frente Patriótico Ruandés.
Por fin la orden de retirada de Ruanda basada en el peligro que podrían correr los soldados occidentales allí fue revocada, pero fue demasiado tarde para muchos ruandeses. El 18 de julio el conflicto terminó y se contabilizaron unos 800.000 muertos pero realmente nunca se ha sabido la auténtica cifra y se ha generalizado ésta.
La incapacidad de la comunidad internacional mostrada a través de Naciones Unidas en el genocidio de Ruanda ha sido la muestra más clara de desentendimiento, apatía e indiferencia de la ONU y el fracaso más estrepitoso de la comunidad internacional como tal. En palabras de la periodista de investigación Linda Melvern:
“En Ruanda, la ira y el resentimiento contra la ONU durarán décadas. Cientos de miles de víctimas del genocidio pensaron que con la ONU en su país estaban a salvo. Pero al fin se permitió el triunfo de los bárbaros. Occidente ya no puede decir nada al pueblo ruandés que compense no haber intervenido cuando era necesario. Que este genocidio tuviera que suceder en los últimos años de un siglo ya manchado por el genocidio lo hace más difícil de comprender”
Lo cierto es que la indiferencia de la ONU, o la primacía de los intereses económicos en la zona de los Grandes Lagos de África han hecho del caso ruandés el infierno de África al igual que Sudáfrica es la esperanza, Ruanda se ha convertido en el caso de referencia en África al que hay que temer y del que hay que huir.
Primera parte
El 14 de abril fueron asesinados tres personas en una ambulancia de Cruz Roja y Philippe Gaillard decidió suspender la recogida de heridos en las calles ruandesas. El 15 de abril los soldados belgas de paz abandonan el territorio con la recomendación de retirada de todas las fuerzas de UNAMIR.
Ya era oficial, Ruanda había sido dejada de lado, Occidente se mostró incapaz de ayudar a los ruandeses, se estaban asesinando a unas trescientas treinta y tres personas a la hora y desde las filas de Naciones Unidas sólo se trataba de suavizar lo acontecido, sin reconocer que lo que realmente estaba sucediendo era un genocidio en toda regla dirigido por el régimen hutu, porque ello les obligaría a actuar.
El embajador de la república Checa, Karel Kovanda reprochó al Consejo de Seguridad su actitud en la reunión de 29 de abril de 1994, cuando por fin Keating intentó que se declarara lo que estaba ocurriendo en Ruanda como genocidio para así poder obligar a los respectivos estados miembros de Naciones Unidas a actuar para dar fin al conflicto en base a lo firmado en el Convenio sobre Genocidios en 1948.
La reunión del Consejo de ese día estuvo marcada por el conflicto en torno a si se podía o no calificar como genocidio lo que estaba pasando en Ruanda, o la inclusión en la Declaración que se estaba preparando, a iniciativa francesa, de los asesinatos cometidos por el Frente Patriótico Ruandés. Finalmente la declaración fue firmada el día 30 de abril evitando la utilización de la palabra “genocidio” y cediendo ante Francia y sus insistencia sobre los crímenes cometidos por el Frente Patriótico Ruandés.
Por fin la orden de retirada de Ruanda basada en el peligro que podrían correr los soldados occidentales allí fue revocada, pero fue demasiado tarde para muchos ruandeses. El 18 de julio el conflicto terminó y se contabilizaron unos 800.000 muertos pero realmente nunca se ha sabido la auténtica cifra y se ha generalizado ésta.
La incapacidad de la comunidad internacional mostrada a través de Naciones Unidas en el genocidio de Ruanda ha sido la muestra más clara de desentendimiento, apatía e indiferencia de la ONU y el fracaso más estrepitoso de la comunidad internacional como tal. En palabras de la periodista de investigación Linda Melvern:
“En Ruanda, la ira y el resentimiento contra la ONU durarán décadas. Cientos de miles de víctimas del genocidio pensaron que con la ONU en su país estaban a salvo. Pero al fin se permitió el triunfo de los bárbaros. Occidente ya no puede decir nada al pueblo ruandés que compense no haber intervenido cuando era necesario. Que este genocidio tuviera que suceder en los últimos años de un siglo ya manchado por el genocidio lo hace más difícil de comprender”
Lo cierto es que la indiferencia de la ONU, o la primacía de los intereses económicos en la zona de los Grandes Lagos de África han hecho del caso ruandés el infierno de África al igual que Sudáfrica es la esperanza, Ruanda se ha convertido en el caso de referencia en África al que hay que temer y del que hay que huir.
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1 Response to "Ruanda y Occidente (II)"
pau, como siempre, cantando georgie dann en la playa...es q no puedes dejar la politica internacional ni siquiera un momento!?? Maldita veinteañera, te pido para siempre de pareja de trivial (aunq sea pre-URSS). Qué sabia eres para lo q te gusta la fiesta.
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