Blas Martos / Ibi

España se ha convertido en una potencia mundial en baloncesto, no es un secreto. Somos los campeones del mundo, subcampeones europeos y subcampeones olímpicos. Tenemos la mejor liga al margen de la NBA y organizaremos el Mundial 2014 en nuestro país. Casi nada. Todo esto es una clara muestra de que las cosas se están haciendo bien en España por lo que respecta al baloncesto. No hay nadie que pueda estar a nuestra altura en Europa y sólo los estadounidenses pueden hacernos sombra, y no como antaño. Sin embargo, como en todos los proyectos, siempre hay algo que falla; y es lo analizaremos a continuación.

Tras varios años presenciando partidos de selecciones nacionales en categorías de formación o de clubes nacionales de formación, salta a la vista una carencia que llevamos tiempo sin intentar arreglarla y que está comenzando a verse a niveles profesionales. Los pívots son objeto de olvido en las categorías de formación tanto de la selección española como de las categorías de formación de los grandes clubes. Presentan grandes lagunas a nivel técnico –apenas tienen movimientos de espaldas-, táctico –desconocen el juego- y a nivel incluso físico porque los buenos interiores que tenemos son en verdad “cuatros” reconvertidos a “cincos”

No hace mucho tiempo, hablando con un entrenador de formación de una selección autonómica puntera de España me dijo lo siguiente: “Al pívot lo tengo en el lado débil para que no me moleste a los exteriores. Como mucho le doy algún balón debajo de la canasta tras doblárselo y me lo tiene que meter porque si no, lo siento”. Con dos cojones. Lo peor es que se ha generalizado hasta tal punto que se ha convertido norma general para algunos equipos. “Total, los puntos y los partidos me los meten y me los ganan los exteriores. Si al equipo profesional le hace falta un pívot, que se lo traiga de fuera”. Y así nos va. Desde Xavi Rey (1987) no tenemos un pívot dominante en categorías de formación en España. Esto repercute en que si a tu pívot lo tienes marginado en tu club de formación, después en la selección no puede tener un papel importante y debe limitarse a hacer lo que hace en su equipo de origen que no es más que poner bloqueos y repartir “mandanga”.

Por otra parte, también he oído comentarios de “grandes entrenadores” de formación que te dicen: “para el trabajo que hay que hacer con los hombres grandes y luego los beneficios que obtienes, es mejor trabajar con los exteriores y con el interior ya veremo.”. Así pasa, no tenemos jugadores que sepan jugar de espaldas. El año que ganamos en mundial sub19 con los júnior de oro, teníamos de pívots titulares a Antonio Bueno y a German Gabriel, que eran dos jugadores que jugaban cerca del aro y tenían una gama de recursos al poste bajo que eran increíbles. Sin embargo, el primero no ha podido desarrollar su carrera con normalidad por las lesiones y el segundo fue reconvertido equivocadamente a un “cuatro” tirador “gracias” a Maljkovic. Y si no se lo creen, pongan la final de Lisboa.

La pasada semana concluyó el mundial sub19 y me dieron ganas de llorar viendo el nivel de nuestros pívots con en comparación con el nivel de los pívots extranjeros. Nuestro pívot titular (Toni Vicens) 2,02 m de altura –cuatro reconvertido a cinco- y unos cojones como el caballo de Espartero, pero al final siempre perdíamos la partida en rebotes con una diferencia de 15 ó 20 rebotes. Y luego le echaban la culpa a Orenga. La culpa la tienen los entrenadores de formación que marginan a sus pívots.