19 de junio de 2009
Galletas o trompetas
Eneas G. Ferri / Alcoy
Estoy viendo la Copa Confederaciones y estoy alucinando con las gradas. Cual ejercito de millones de moscardones deseosos de rica miel a un estadio en Rustemburgo acudieron, cientos de miles de negros –el eufemismo es persona de color, pero mi amigo ‘de color’ de dice que es negro- ataviados con trompetas de plástico de colores para animar el cotarro. En la retransmisión de los partidos, durante los primeros cinco minutos que soporto a J. J. Santos y durante el resto del partido oyendo el Carrusel no para de oírse un intenso zumbido producido por gran parte del público que no cesa en hacer sonar tales instrumentos al tono tosco de todo lo que da de sí cualquier pulmón. Además se corrobora con las imágenes que enfocan a las gradas, que en todo momento son una auténtica fiesta. Sudafricanas y sudafricanos, mezclados con los pocos de otros países que llegan a animar a sus selecciones, conforman grandes masas de gente bailando al unísono, cantando canciones y moviendo sus cuerpos cual coro Gospel, voces, sonrisas, trompetas, la grada hacia la derecha, la grada hacia la izquierda, la grada que se abre en dos, forman un pasillo al ritmo de los cánticos para después unirse como cuando Moisés cerró los brazos y el Mar Rojo ahogó –por una buena causa- a unos cuantos romanos. Todo esto los noventa minutos reglamentarios con sus pocos minutos de añadido. Impresionante. En todo el estadio no se ve un blanco, o sea una persona de color blanco. Dicen que es por que allí el fútbol es un deporte de negros, de la calle. Los blancos sudafricanos juegan al golf y al críquet, y algunos a rugby.
Un tupido velo. O un estúpido vuelo. Llegamos a Estados Unidos. No sé donde ni cuando, sinceramente es de esas cosas que escuchas, retienes, y no sabes por qué. Quizás fuese un gran periodista deportivo, como una frase de Homer Simpson. La cuestión es que analizando el béisbol, alguien dijo algo así: “los americanos quieren deportes que duren muchas horas, que sean lentos y aburridos para poder atiborrarse a galletas saladas y cerveza, y que se decidan en un momento en el que se vuelven locos unos segundos. Para qué más.” Aplíquese esto a las carreras Náscar o a la mayoría de partidos de fútbol americano.
En resumen. Los negros van al campo a una fiesta de noventa minutos, a disfrutar del ambiente en conjunto, a celebrar los goles con abrazos y besos, y a dejarse la vida tocando la trompeta lo más fuerte posible por si la oyera algún país de los desarrollados, de blancos y les jode que se lo pasen tan bien. Los blancos –al menos los americanos- pasan olímpicamente del deporte y de la fiesta. Se tragan y beben su propia fiesta y explotan unos segundo como si acabase el mundo, como si un país de negros quisiera ser escuchado en EE.UU. Y los blancos de un país de negros jugando a golf y críquet. Prueben a soplar una galleta salada por una trompeta de plástico como si fuera una cerbatana. Debe ser curioso.
3 Response to "Galletas o trompetas"
Y yo que creía que el Mar Rojo ahogó a los egipcios...
Yo no creo que vivan el partido como una fiesta continua. Más bien creo que el partido se la sopla, y están ahí para estar de fiesta. O sea, como los americanos. Lo que pasa es que cada uno vive la fiesta a su manera.
Una vez oí que a los americanos en general no les gustaba demasiado el fútbol por q no lo conciben como un deporte de "caballeros", en el sentido de que se pueden fingir las faltas con mayor facilidad, el árbitro puede liarla muchísimo, etc. Además de que buscan algo más directo, más rápido y dinámico que les tenga distraidos como si fueran niños de 5 años...
otra cultura, otro rollo (personalmente prefiero a los sudafricanos)
¿Realmente de qué hablas?
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