9 de enero de 2012

Ver medio lleno el vaso vacío

9 / ene / 2012 - Hugo Mazón.

Uno de los grandes ejemplos que se usan en defensa del gasto publicitario viene a decir algo así como que si a día de hoy hubiera un ataque selectivo sobre todas y cada una de las sedes de alguna marca internacional, como por ejemplo Coca- cola, sería más fácil reconstruir toda la empresa y seguir comercializando esa bebida que hacer triunfar a Pepsi. Esto tiene su base en lo que ya se ha invertido para dar una imagen a ese grupo empresarial y a los valores que se ha conseguido asociar a esa marca, meta en la que ya han gastado miles de millones de dólares.

De la misma manera sale más caro lanzar un nuevo grupo de éxito al mercado que mantener, sospecho que gracias a la criogenia, a los Rolling Stones vagando de escenario en escenario ya que, por lo que representa en el imaginario colectivo, va a seguir siendo un referente mundial.

Por otra parte, el PSOE renunció ya por 1979 al marxismo y se convirtió en pura imagen a través de la famosa proclama de Felipe González, que dijo entre otras cosas que: “Si alguien me dice que hacemos esto porque queremos ocho millones de votos, le diré que sí, que queremos y necesitamos ocho millones de votos. No tengo inconveniente en que se me llame socialdemócrata”.

En ese momento el Partido Socialista, que comenzó a considerarse socialdemócrata en vez de renacer como tal asumiendo esa base ideológica, fue adquiriendo una amalgama de ideales contrariados en cada una de las decisiones que ha ido tomando y que le han llevado a perder el contacto que le unía a los votantes, hasta ir poco a poco perdiendo el sentido de su propia existencia. La prostitución de la constitución para conseguir un día de serenidad en los mercados o el aval a los bancos para que puedan seguir desahuciando sin abrir el crédito a las empresas han sido las últimas proezas que le han acercado al abismo electoral.

Para compensar ha ido realizando campañas cada vez más agresivas a través de un endeudamiento que se cifra en más de 60 millones de euros en 2008, una condonación misteriosa ya en 2006 y una refinanciación que acabó con el indulto de la mano derecha de su prestamista. Queda claro que los mítines no salen gratis y acercarse al pueblo en jet privado es un gasto inasumible para un partido político sin ánimo de lucro.

Estas campañas, lejos de acercarles a los ocho millones de añorados votantes de González, les han alejado de la realidad social, convirtiendo el mayor fracaso electoral de la historia del país en una excusa para cambiar de cara. Cuando más clamor social se encuentra frente al bipartidismo ha surgido un concepto nuevo: el monopartidismo, ya que el PSOE ni está ni se le espera y el PP acumula todos los puestos.

A día de hoy encontramos que los pocos que quedan en el PSOE se pelean por la migajas de grandeza de lo que fueron, preguntándose qué hicieron mal y esperando que al tener un enemigo enfrente (PP) la sociedad vuelva a taparse la nariz para votar a la opción menos mala.

Buscan una mona para vestirla de seda entre Rubalcaba y Chacón, dos opciones continuistas, en vez de buscar una base social sobre la que plantear un cambio real en su partido, un cambio que eche raíces y añada coherencia a sus actos para volver a empatizar con la sociedad. Sin embargo es más barato mantener el logotipo vacío y añadir valores a una imagen que empezar de cero.

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