14 de enero de 2012
Cuando la extorsión se hizo ley
14 / ene / 2012 - Hugo Mazón.
Cada una de las veces que la economía europea ha dado señales de levantar cabeza una agencia de calificación de riesgo ha rebajado la nota de algunos de sus países. Si bien comenzábamos la semana con una subasta de deuda que había colocado el doble de la cantidad inicial prevista, la acabamos con una rebaja de la calificación a media Europa que viene acompañada de una amenaza intrínseca: “O se reforma la ley laboral o se bajará otro escalón”.
Si analizamos esa frase encontraremos que la reforma del mercado de trabajo va a ir en contra de los derechos de los trabajadores. Para saber esto sólo hay que fijarse en el carácter neoconservador de quien lo afirma. Sigo sin entender los vínculos directos que tiene el mercado de trabajo con la deuda soberana para basar una amenaza financiera en un detalle tan lejano, más habiendo políticas fiscales y luchas contra el fraude que probablemente ataquen a la raíz del problema mucho mejor que el mero hecho de castigar a los pocos trabajadores que quedan en este desierto económico que es España.
Si acaso podría entender que una subida generalizada de salarios podría aumentar una base fiscal de la que extraer un mayor número de impuestos, pero de la última reforma laboral deberíamos haber aprendido que mermar los derechos de los trabajadores no hace crecer el nivel de empleo, sino putear a los pocos que pueden mantener su trabajo.
Casualidad o no, las agencias de calificación de riesgo, muy criticadas por muchos organismos e incluso por algún que otro premio Nobel, han tomado el mando de la actualidad y están deseando hundir Europa. Sino no se explica la incoherencia de sus actos, las amenazas diarias y el hecho de no haber producido mella aparente en la deuda soberana de los países con mayor nivel de deuda. Probablemente si se metiera con ellos la agencia acabaría extinta.
Nos queda la tranquilidad de saber que S&P otorgó la triple A a Lehman Brothers hasta el mes antes de que se precipitara al vacío en un solo día. Si aquella vez se equivocó, como tantas otras, puede que todo lo que está pasando se acabe mañana. Todo dependerá de dónde centren el negocio los tiburones de la deuda.
A día de hoy lo único que sabemos es que con la compra de deuda española el BCE ha obtenido beneficios por más de mil millones de euros y nosotros les seguimos dando las gracias a diario por ayudarnos a salir del agujero. Mundo insólito éste.
Cada una de las veces que la economía europea ha dado señales de levantar cabeza una agencia de calificación de riesgo ha rebajado la nota de algunos de sus países. Si bien comenzábamos la semana con una subasta de deuda que había colocado el doble de la cantidad inicial prevista, la acabamos con una rebaja de la calificación a media Europa que viene acompañada de una amenaza intrínseca: “O se reforma la ley laboral o se bajará otro escalón”.
Si analizamos esa frase encontraremos que la reforma del mercado de trabajo va a ir en contra de los derechos de los trabajadores. Para saber esto sólo hay que fijarse en el carácter neoconservador de quien lo afirma. Sigo sin entender los vínculos directos que tiene el mercado de trabajo con la deuda soberana para basar una amenaza financiera en un detalle tan lejano, más habiendo políticas fiscales y luchas contra el fraude que probablemente ataquen a la raíz del problema mucho mejor que el mero hecho de castigar a los pocos trabajadores que quedan en este desierto económico que es España.
Si acaso podría entender que una subida generalizada de salarios podría aumentar una base fiscal de la que extraer un mayor número de impuestos, pero de la última reforma laboral deberíamos haber aprendido que mermar los derechos de los trabajadores no hace crecer el nivel de empleo, sino putear a los pocos que pueden mantener su trabajo.
Casualidad o no, las agencias de calificación de riesgo, muy criticadas por muchos organismos e incluso por algún que otro premio Nobel, han tomado el mando de la actualidad y están deseando hundir Europa. Sino no se explica la incoherencia de sus actos, las amenazas diarias y el hecho de no haber producido mella aparente en la deuda soberana de los países con mayor nivel de deuda. Probablemente si se metiera con ellos la agencia acabaría extinta.
Nos queda la tranquilidad de saber que S&P otorgó la triple A a Lehman Brothers hasta el mes antes de que se precipitara al vacío en un solo día. Si aquella vez se equivocó, como tantas otras, puede que todo lo que está pasando se acabe mañana. Todo dependerá de dónde centren el negocio los tiburones de la deuda.
A día de hoy lo único que sabemos es que con la compra de deuda española el BCE ha obtenido beneficios por más de mil millones de euros y nosotros les seguimos dando las gracias a diario por ayudarnos a salir del agujero. Mundo insólito éste.
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