26 de marzo de 2011
Crítica: Winter's Bone
Rafael Bargiela.
Ree Dolly, la hermana mayor de una familia situado en una recóndito paraje de la explanada americana, cuida de sus hermanos pequeños a la par que se ocupa de su madre, mentalmente enferma. La falta de su padre, desaparecido hace semanas, provoca la visita del sheriff, el cual les comunica que se quedarán sin casa si su padre no vuelve.
El cine independiente siempre ha sido una interesantísima fuente de experimentación para los cineastas y a la vez una forma de renovación y aporte de frescura en el saturado mercado de la industria, lleno de repetidas superproducciones, risas fáciles y taquillazos forzados. Pero en los últimos años observamos un auge especial del género, en parte por la falta de creatividad para los grandes proyectos, en parte por la elevada calidad de este cine, que además últimamente tiene una participación más que destacable en los premios, en especial los Oscar. Entre las participantes de 2011, encontramos esta oscura mezcla de géneros, con varias nominaciones.
En esos sitios donde la desgracia es respirable, donde el rudo invierno congela los huesos, y el bosque helado forma un ecosistema perfecto para que solo unos pocos desgraciados formen una sociedad a base de casas prefabricadas; allí en la América más hostigada, es donde se desarrolla esta historia. Esa turbia población de familias emparentadas entre sí, dedicados a tareas más que cuestionables, y organizados por peligrosos criterios, esconde los secretos más oscuros de la trama. La incertidumbre invade al espectador a la vez que la sensación de frío. El guión permite hacer pocas preguntas, la protagonista se ve obligada a pisar terrenos prohibidos y a hablar de cosas que no son de su incumbencia. Poco a poco nos damos cuenta de lo mal que puede acabar el asunto.
A través de esa intrincada ambientación nos vemos sin explicaciones atrapados por la cruda realidad del drama familiar de Ree Dolly, fantásticamente interpretada por Jennifer Lawrence. Sentimos el magnetismo que provoca la intervención de un gran actor al ver el personaje que interpreta John Hawkes (el judío de "Deadwood"), capaz de transmitirnos miedo al inicio, y ternura al final. El resto del reparto supone un surtido de rudos personajes, dispuestos a todo, imposibles de domar, de pocas palabras, y obedientes lacayos de su líder que consiguen transmitir en conjunto una lograda sensación de inseguridad.
La solidez de este duro film de supervivencia familiar es sorprendente. El cine indie presenta con este largo un duro candidato que seguramente quedará en el olvido de no ganar nada, pero no por ello deja de ser altamente recomendable.
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