19 de enero de 2011

Todo se compra

Ruth Uris.

Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo”.

Esta es la primera frase de '13’99 euros' de Frédéric Beigbeder. Con ese comienzo es difícil no seguir paseando la vista por sus páginas. En todas ellas encontramos la misma tónica: frases cortantes, agudas, que llegan al lector y le hacen plantearse todo lo que hay a su alrededor.

Todo se compra: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo”.

Cada día somos bombardeados con cientos, miles de anuncios. Hay estudios que aseguran que a lo largo del día somos capaces de percibir una media de tres mil impactos publicitarios.
En medio de esta vorágine de inducción a un capitalismo feroz se encuentra Beigbeder, aunque sería más correcto decir que “se encontraba”. Este francés nacido en 1966 trabajó durante años como publicista y colaborador en varios medios y fue despedido cuando publicó esta obra.

Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis

Es natural encontrar paralelismos entre el autor y el protagonista del libro. De hecho, aunque no se deja claro que sea una autobiografía, en la primera página pone que “todos los nombres han sido cambiados para proteger al culpable”. Al menos sí que se puede decir que el autor se ha basado en su propia vida para escribir el libro, que cuenta la historia de Octave, un publicista francés que desea que le echen del trabajo porque no aguanta más su vida. Si se va por las buenas, no le indemnizan, por lo que escribe '13’99' para que le echen.

Por este libro, Beigbeder ha sido comparado con grandes escritores de la talla de Charles Bukowski o Henry Miller. Las comparaciones son odiosas y quizá esta se pase un poco, aunque sí es bien cierto que, como los dos autores citados, no tiene ningún miedo a exponer situaciones extrañas y cargadas de sexualidad o ideas y frases que pueden herir la sensibilidad de muchos.

El avión está hasta los topes de publicitarios. Si se estrellase, sería el principio del triunfo de la Sinceridad”.

La línea de la obra es curiosa. Tiene seis partes y el nombre de cada una de ellas es un pronombre personal: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos. Además, en cada parte la historia está escrita con la persona que toca: en el primer capítulo se utiliza la primera persona del singular; en el segundo, la segunda… y así hasta el último enrollando al lector en una trama que cada vez se hace más inverosímil pero de la que no puede escapar.

El protagonista sigue siendo el mismo, el mismo publicista drogadicto y aficionado a las prostitutas y al sufrimiento. El mismo que abandona a su novia cuando le confiesa que está embarazada y que luego se pasa el resto de su vida echándola de menos. El mismo que es incapaz de mantenerse alejado de la línea blanca pero que tiene la suficiente locuacidad como para sorprender y atrapar al que le lee.

¡Pero qué les pasa a todos con el jersey anudado alrededor del cuello! ¿En qué quedamos? O bien hace frío y uno se pone el jersey, o bien hace calor y uno lo deja en casa. El jersey alrededor del cuello es señal de cobardía, de incapacidad para tomar una decisión, de miedo a las corrientes de aire, de imprevisión, de pusilanimidad, de exhibicionismo del shetland. Se ponen esa especie de pulpo blandengue alrededor del cuello porque ni siquiera son capaces de elegir una indumentaria acorde con el tiempo que hace. Todo aquel que lleva un jersey alrededor del cuello es miedica, poco elegante, impotente, cobarde”.

Y como esta, tantas otras reflexiones que nos hacen amar y odiar a la vez a Octave/Frédéric y que llenan las páginas de '13’99'. Una novela no apta para corazones sensibles, ojos no acostumbrados a las palabrotas y mentes que no deseen abrir sus horizontes.

Le gustaba aquella permanente humedad que propicia que las manos se deslicen sobre la piel. Hace que los besos tengan un ardiente sabor. Cuando ya nada tiene sentido, cada detalle recobra su valor”.

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