16 de enero de 2011

Crítica: Balas sobre Broadway

Rafael Bargiela.

En pleno apogeo de la gran época del teatro en Broadway durante los años 20, John Cusack encarna a David Shayne, un autor teatral falto de dinero que se ve obligado a que la novia de un mafioso, Olive, actúe en su próxima obra a cambio de su financiación. Olive acude a los ensayos acompañada de su guardaespaldas, Cheech, el cual poco a poco empieza a criticar la obra de David. Éste comienza a hacer caso de las modificaciones sugeridas por Cheech, y la obra acaba siendo un éxito, pero reescrita casi por completo por Cheech.

1994 fué un año memorable en el cine para los amantes del séptimo arte de mi generación. A edad tan tierna como son de los 9 a los 13 años (10 en mi caso) se produce un importantísimo proceso de retención mental de todo aquello que uno ve y escucha. De esta forma, muchas de las películas que se ven durante esa edad quedan grabadas en nuestra mente para siempre, y serán fruto de nuestro culto durante el resto de nuestra vida. Creo que precisamente este año, el que marcó una gran parte de las películas que influirían posteriormente en la formación cultural de mi generación. Así, en este año entre las nominadas (contando todos los premios) al oscar se encontraban 'Forrest Gump', 'Cadena perpétua', 'Pulp fiction', 'Cuatro bodas y un funeral', 'Mujercitas', 'El rey león', 'Entrevista con el vampiro', 'Leyendas de pasión', 'La máscara', 'Mentias arriesgadas', 'Ed Wood', entre otras.

Dando por hecho que 'Pulp fiction' es sin duda la película más influyente de las últimas generaciones, entre las películas de ese año destacó también una de las, para mí, mejores películas de Woody Allen, 'Balas sobre Broadway'. Esta deliciosa comedia brota desde las mejores semillas de talento del genio newyorkino. Rodeado de un reparto acertadísimo, donde hasta John Cusack parace que tiene expresiones faciales, nos abruma de buen humor, sonrisas y derroche de amor bajo argumento brillante, caracterizado con esos giros de guión marca Allen.

Hay que destacar la actuación de Chazz Palminteri, soberbio en su papel de guardaespaldas y caracterizado como críminal desde los créditos (su nombre también le acompaña) hasta el final de la película. El resto de personajes forman un elenco altamente cómico, donde cada personaje cuenta su propia batalla y no sobran las gracias para cada uno de ellos.

Hace tiempo que la vi, lo cual no me facilita recordar muchas de las escenas, pero siempre me acordaré de John Cusack y su romance a espaldas de su mujer ('No hables, no hables'), o de esa escapada en ropa interior por la escalera de incendios de Jim Broadbent. Una de esas películas que te mantienen con la sonrisa en la cara durante todo el metraje, y una de las grandes obras de Woody Allen.

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