10 de diciembre de 2010
Hillary, da las gracias
JuanJo Ortega.
Tras varios días queriendo hacerlo, por fin he encontrado un poco de tiempo para exponer aquí un pensamiento que anida en mi mente desde que surgieron las primeras filtraciones sobre el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Y es que, pese a todo lo que se dijo en un primer momento y pese a las reacciones de los propios encargados norteamericanos, en mi opinión esta filtración lo único que hace es dejar en buen lugar a la potencia americana.
Me explico. Lógicamente no es una buena carta de presentación ver cómo tropecientos mil documentos privados (algunos más que otros) han visto la luz a través de Wikileaks. De hecho, sabedores de su descuido, los mandos estadounidenses procedieron con rapidez a modificar su sistema de transmisión de documentos para evitar nuevas filtraciones.
Con todo y tras leer (aún estoy con ello), todas las informaciones aparecidas en El País (el único diario de nuestro país que ha obtenido los cables de Wikileaks), lo cierto es que la conclusión a la que he llegado es que los representantes de las diferentes embajadas norteamericanas se limitan a hacer su trabajo (y por lo que se ve en algunos casos, a hacerlo muy bien).
Porque no olvidemos que su labor no es caer mejor o peor a los países donde trabajan, sino defender los intereses de su país. Por ello, aunque nos guste más o menos, lo normal es que presionen a las instituciones españolas para que casos como el de José Couso no salgan adelante.
El pecador es, en mi opinión, el Gobierno y la fiscalía española, tan propensas a emitir alegatos en defensa de los familiares del cámara fallecido y que, bajo cuerda, se esforzaban por detener y dificultar el proceso.
Por todo ello, creo que el Departamento de Estado norteamericano debe estar ‘agradecido’ a Julian Assange, fundador de Wilileaks.
También aprovecho para rescatar un párrafo de los muchos que se han publicado estos días. Unas líneas en las que se indica cuáles son los lugares/empresas estratégicas de España para EEUU.
“La selección del estrecho de Gibraltar y el gasoducto que une la Península con Argelia como elementos de importancia estratégica no sorprende. El tercero llama más la atención. Es el Instituto Grifols, una compañía farmacéutica de Barcelona. El motivo por el que Washington se interesa por la empresa catalana es la inmunoglobulina de uso intravenoso. Este es un producto derivado del tratamiento del plasma que tiene varias aplicaciones terapéuticas. Grifols, una empresa del Ibex 35, se define como primera compañía en Europa en el mercado de hemoderivados, y una de las cinco primeras del mundo. En 2009, facturó 913 millones de euros y tiene filiales en 20 países”.
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