5 de octubre de 2010

La magia de Estambul

Héctor Rubio.

Estambul, la única ciudad que abarca dos continentes, antigua Bizancio y Constantinopla tiene un extraño poder. Te embauca de tal manera que pareces transportarte a todas las épocas que vivió la ciudad, la romana, la bizantina, la otomana, haciéndote partícipe de toda la historia que ha vivido está maravillosa urbe.
En mi breve visita a la ciudad, he podido comprobar la amalgama de culturas y de gentes que alberga, la mezcla entre lo occidental y lo oriental. Voy a intentar hacer una mini guía para los que quieran disfrutar de esta ciudad un fin de semana y ver lo principal y más representativo.

Primer día

Antes de empezar el itinerario, si tu vuelo llega a eso de las 7 u 8 de la tarde, debes saber que es hora punta en las carreteras y que desde el Aeropuerto de Atatürk hay como hora y media de carretera. Aún así, una vez acomodados en el hotel, se puede aprovechar la noche para visitar alguna mezquita (todas ellas están iluminadas) o pasear por alguna de las calles principales. Si vais en época de Ramadán, hay actuaciones y música más o menos hasta la media noche.


Vamos con la primera mañana. Vale la pena madrugar un poco para ir a Santa Sofía y evitar las interminables colas que se forman a media mañana. Santa Sofía es una iglesia bizantina construida por orden de Justiniano (483 - 565), que quería construir la mayor iglesia de la cristiandad en la antigua Constantinopla. Nada más entrar te sobrecoges, sobre todo si miras al techo, donde la enorme cúpula se extiende hasta donde alcanza la imaginación. Parece mentira que aun no se haya caído. Muchos dicen que no soportará el próximo gran terremoto que sacuda la ciudad, que se espera dentro de unos 15 años. Para evitar esto, está continuamente en remodelación, así que no os extrañe encontrar andamios dentro de la nave principal. Una de las cosas que no te puedes perder son los excepcionales mosaicos, posiblemente los más exquisitos del periodo bizantino, y que fueron inspiración para todo el arte ortodoxo posterior.

Pasadas un par de horas fotografiando sin parar, hay dos opciones al salir. Ir a la Cisterna de la Basílica o bien girar 180 grados desde la entrada a Hagia Sophia y visitar la Mezquita Azul. Mi recomendación es visitar la Mezquita Azul y si es posible dejar la Cisterna para la noche, la diferencia es ostensible por algo que luego os contaré.


Entonces nos encaminamos a la Mezquita Azul, la única de todo Estambul que posee 6 alminares. Nada más pasar al recinto os encontraréis dos puertas. La de la derecha es la de los visitantes. Una vez accediendo al patio se puede contemplar la famosa cascada de cúpulas, tendrás que hacer cola para sacar la típica foto. Para entrar en el interior, hay normas de vestuario: Los hombres deben ir con pantalón largo y no es aconsejable ir en tirantes o camiseta sin mangas; las mujeres deben taparse hombros y cabeza e ir con pantalones o falda larga. En caso de no cumplir estas premisas, allí te proporcionan velos para cubrirte. Además tanto hombres como mujeres deben descalzarse, se recomienda llevar calcetines a mano.

Además de las normas de vestimenta, hay que prestar atención a los horarios. A ciertas horas literalmente echan de la mezquita al turista, dejándola únicamente para la oración. Dentro, llama la atención el colorido de las cúpulas, las enormes lámparas que bajan desde el techo hasta casi rozar las cabezas del visitante y las cuatro enormes columnas que soportan la nave principal, llamadas “patas de elefante” por su tamaño y su forma parecidas a las extremidades del paquidermo.

Dejando atrás estás dos grandes joyas de la arquitectura conviene comer algo y coger fuerzas para la jornada vespertina.


Cerca de la Mezquita Azul, puedes encontrar el Obelisco egipcio de Teodosio, el monumento más antiguo de Estambul, con más de 3.500 años. Fue construido por Tutmosis II para conmemorar su victoria en Mesopotamia y posteriormente fue transportado a la ciudad. Forma parte del antiguo hipódromo junto con el Obelisco de Constantino o la Columna de las Serpientes. Cruzando el hipódromo está el Museo de Arte Turco e Islámico. Debo decir que personalmente me decepcionó bastante, pero bueno el que quiera ir es libre de ello por supuesto.

Para terminar el día, qué mejor que irnos familiarizando con el Gran Bazar, perdernos por sus laberínticas calles e ir localizando objetivos de compra. El Gran Bazar es un lugar cerrado y seguro. Galerías y galerías donde puedes encontrar de todo: ropa de imitación (hay imitaciones buenas, malas y pésimas), artículos de cuero, cristal, cerámica, todo tipo de recuerdos y souvenirs, joyas de plata y oro y hasta falsificaciones del último IPhone. Antes de empezar a soltar liras turcas compulsivamente, conviene pasar al menos un par de horas viendo tiendas, preguntando precios, pero sin entrar en el regateo, eso lo dejaremos para la segunda visita al conocido como Kapali Çarşi.

Y para culminar el día, conviene visitar a última hora (cierra a las 23.00) la Cisterna de la Basílica, también conocida como Yerebatán, una de las 60 cisternas construidas bajo la ciudad en época bizantina para que la ciudad fuera abastecida de agua en caso de que durante una batalla se destruyera el Acueducto de Valente. La sensación que te invade al caminar casi a nivel del agua es inexplicable, la música ambiente, la oscuridad, el sonido del agua, la suave luz que ilumina las columnas hace que la visita sea inolvidable. Os comenté antes ir a estas horas porque cuando hay demasiada gente, casi no puedes escuchar la música y el ambiente lo estropean cientos de voces y flashes al unísono.

No hay que salir de la cisterna sin ver las Cabezas de Medusa, dos bases de columna de origen desconocido que se usaban para ahuyentar los poderes de la mítica Gorgona.

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