12 de octubre de 2010

Crítica: Los violentos de Kelly

Rafael Bargiela.

Durante la segunda guerra mundial, tras el desembarco de Normandía, el sargento Kelly es informado acerca de un alijo de de lingotes de oro al interrogar a un oficial alemán. Bien custodiado por el ejército nazi, Kelly decide organizar una operación de asalto con los integrantes de su unidad, más alguna incorporación necesaria, para repartirse entre todos el oro, aprovechando un permiso de 3 días de descanso.

Cimentada bajo la figura dura y severa mostrada por Eastwood en tantas películas, la historia se nos prensenta a modo de misión imposible en busca de un utópico y disparatado final feliz rodeados de lingotes de oro. Lo que puede parecer un planteamiento del montón, típico de cualquier comedia de acción de sobremesa, se transforma bajo estas buenas manos en un sólido guión que se baña de reparto e ironías salidas de los desencantos provocados por una larga e intensa acción en primera línea de batalla.

Este rocambolesco periplo hacia la riqueza se va volviendo cada vez más intenso a medida que nuevos individuos se ircorporan a la compañía, o bien nuevos impedimentos hacen del camino al oro el descenso a los infiernos de Dante. Sin embargo, la solidez de las secuencias de acción, el acertado suspense planteado en ciertos momentos clave del relato, y ciertos toques de humor dan estabilidad y firmeza a la película. El buen manejo de los tiempos, las buenas tomas, y el logro de mantener al espectador entretenido todo el tiempo hacen de este film, que recuerda a otros como 'Doce del patíbulo', un emblemático western bélico, que destaca dentro del estilo predominante en este tipo de cine durante los años '70.

Sin fantasmadas, sino únicamente algo sobrados de motivación, podemos disfrutar de cañonazos, tiros y explosiones sin tener que recurrir a la crudeza típica del género bélico, pero sin tampoco renunciar a la esencia del mismo, la guerra.

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