7 de septiembre de 2010

Festivales de verano para ti

Ana Andújar.

Que el verano se acaba significa que guardamos rencor a lo que ahora nos ofrece la vida: ir vestidos, pasar frío y volver a oír música en el ordenador. Por eso y porque en SHDC somos adolescentes eternos pidiendo vacaciones, damos tres puñaladas a lo que nos ha pasado este verano en vallas, rezando porque un escupitajo de nuestro ídolo cayera en nuestra frente: god save the summer festivals.

Y empezamos con una risa malvada (un redactor de SHDC sabe hacerlas hasta ponerte los pelos de punta) por el leve descenso a los infiernos del 'FIB Heinneken 2010'. Digo leve porque si 200.000 espectadores significan descenso, que dejen el dinero de las entradas en mi casa. La clave está en la pérdida de más de 80.000 asistentes que era fijos en las quinielas de los organizadores y que “inexplicablemente” le han dado la espalda a un FIB que cada vez tiene menos espacio para la música nacional, para los grupos emergentes, para el indie recochinadamente indie y para las tontunas que nos gustaban en los inicios y que los más puristas hace tiempo que buscan y encuentran en el 'Primavera Sound de Barcelona'. Con un Vampire Weekend descafeinado, un Julian Casablancas desgañitado (levantando al personal recurriendo a sus canciones con The Strokes, con un par), y un Kasabian que nadie veía de cabeza de cartel, sólo Gorillaz pudieron calmar los ánimos el domingo a un FIB que se le estaba empezando a ver el plumero.

Así que el bajista de los Clash y el gran Albarn de los Blur, presentando por primera vez en carne y hueso el nuevo y espectacular trabajo de Gorillaz rematan magistralmente un festival único en nuestro país al que, para colmo de males, además de perder fieles del rebaño pierde espónsor. El año que viene, el FIB vuelve a ser FIB y la cerveza puede que sea Steinburg.


La nota trágica este verano vino precisamente de la mano de otro macro festival, el 'Love Parade'. Nacido como símbolo de unión tras la caída del Muro de Berlín en 1989, ha añadido un capítulo más a su leyenda con los dramáticos eventos del 2010 en Duisburgo. Pendientes de la investigación todavía, las primeras hipótesis barajaron una oleada inesperada de asistentes al evento que los organizadores no planeaban en un recinto sin accesos suficientes que generaron pánico y resultó en un tapón de miles de personas que provocó 21 muertos, entre ellos, dos españolas de Erasmus, y más de 500 heridos. Era el fin de una fiesta mítica que se cancelaba por respeto a las familias y que había creado la etiqueta de macro-festival y exportado la idea de que la música podía unir a gente de todo el mundo. Más de un mes después, el actual organizador del evento, Rainer Schaller, el mismo que anunciaba por los medios la desaparición del festival, ofrecía al periódico alemán Der Spiegel las imágenes de las cámaras de seguridad de los accesos al recinto donde tuvo lugar la tragedia. En ellas, la policía es la que crea el tapón al cortar dos vías de entrada ante la llegada de más público que el concierto no podía contener, y según Schaller, “sin esa actuación nefasta los 21 jóvenes aún seguirían vivos”.

El sindicato policial en su defensa, acusa a la organización de no dar la película completa, y alega que fue la organización la que llamó pidiendo ayuda. Policía, organización, incluso el alcalde de Duisburgo, que fue acusado de no ofrecer un recinto más grande por abaratar los costes del (más que rentable) festival, se culpan unos a otros mientras los vejetes que comentaban la prensa esos días aseguraban que eso no pasa si te quedas en tu casa (y que con Franco no hubiera pasado). La realidad es que la presencia de festivales musicales:

A) ha perdido toda esencia de significado: ni Glastonbury es el Avalon hippy (se creó en 1970, valía una libra…con derecho a leche gratis de las granjas cercanas) sino pasarela de las katemoss de temporada, ni el Love Parade, que en principio era sufragado por dinero público y que se suspendió en el 2006 por falta de espónsor encontró en los últimos años un beneficio que pocas ciudades querían rechazar, aún sabiendo muchas de ellas que son incapaces de albergar tal locura techno…¿de verdad alguien se creía que una noticia escandalosa puede parar un evento comercial que está registrado como marca propia? Schaller está claro que no pierde el tiempo…

B) La proliferación de festivales y conciertos en todo el mundo, el último aliento de la música de esta generación, hace creer a empresarios y políticos choriceros que vallar un campo de piedras para hacer bailar a cuatro colgados es más fácil de lo que parece. Nosotros, las cabritas locas por los acordes en directo, somos capaces de lo que haga falta (ahogarnos en el barro de Glastonbury, en el pedregal del Summercase Boadilla, en el lodazal del Creamfields, sufrir avalanchas en los Pixies) y no pasa nada hasta que alguien siente ansiedad y a las cabras no nos importa pisar cabezas por salvar las nuestras. ¡Qué fácil es organizar un festival, y qué moderno!

Hablando de moderneces, este verano, además de trágicas cagadas que siempre sufren los que sólo han ido a disfrutar, he podido ser testigo de lo “fácil” que es organizar un festival de música, por humilde que sea, lo que a los que ponen la pasta y se tocan las narices les parece tan guay. Pues no es guay en absoluto. Viajamos hasta Ayora, un pueblo al suroeste de Valencia que este año cumplía la tercera edición del festival 'Almay!', idea chiflada de un grupo de no más cuerdos amigos emigrados del municipio que deciden crear una alternativa “lúdica y musical” a la orquesta bisbalera del verano. Lo que parece tan simple como juntar un par de grupos y unas cervezas se desvía a lo que se quiere conseguir de verdad: un auténtico festival en minúsculas, pero que luche por establecerse como referente en el levante español.

¿Así que es fácil tener de cabeza de cartel a Tokio Sex Destruction en la primera edición, Lions Constellation en la segunda y Estereotypo en la tercera, y que además incluye DJs y una semana de cine de serie B y cortos? Pues encárgate tú de llamarlos, negociar, buscar recinto, barras, personal, permisos, alojamiento, publicidad, cartelería, beneficios, y si falta hielo, no descartes ir por él corriendo. Porque he visto como estos tipos han sufrido hasta el último acorde de la noche, hasta el último amplificador en su sitio, hasta la última rave siniestrada, puedo decir, que un festival de música es lo más maravilloso del mundo, pero pardiez, que montarlo es un coñazo. Eso sí, los citados Estereotypo (The big fake engancha, y defienden Love your city como los grandes que pueden llegar a ser), Odio Paris (son monos, son elegantes, defienden el dolor de ser puro de corazón en lengua patria) o Cuneta (los Animal Collective del levante) entre otros caldearon la noche del 31 de julio, aunque la apoteosis llegó con la actuación de Schwarz. Maldito grupo murciano que reserva sus actuaciones por nuestro país en pequeñas dosis, que es un referente en Alemania y que con “Espíritus del desierto, yo os invoco” le han dado un giro más a ese sonido psicodélico, de Suicide, de la Velvet, de una batería que toma el centro del escenario y un escarabajo dorado que protagoniza su nuevo vinilo y con el que nos vuelven a dejar con la boca abierta y los pantalones caídos. El Almay! se convierte en un festival a tener en cuenta y nos sirve de homenaje a todos aquellos dementes discípulos de los Morán que venderían a su madre por media hora más de gig, sea verano, invierno o el fin de los días. Larga vida al directo.

3 Response to "Festivales de verano para ti"

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Jota Says....

¡Hostia-pijo-huevo, qué bien escribes, zagala! No conocía tu faceta periodística, sabía que habías estudiado Periodismo en contra de mis consejos, pero no que se te diera tan bien juntar letras en el mundo real. Una prueba más de que no hay que hacer caso a los mayores. ¡Besos y hasta Donosti!

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César Says....

Tal y como lo pintas, me están entrando unas ganas tremendas de montar un festival!
La verdad es que algo debe tener de bueno, es decir, la ingente pasta que se debe ganar, la fama, el estar rodeado del mainstream patrio, drogas a diestro y siniestro... y seguro que me podría programar a mi mismo abriendo el festival cual aldo linares en el fib, eso si que sería grande, madre mía!!!!
Yo, sin pensarlo mañana mismo me pondría a montar uno, vaya, no se de donde sacas que algo así puede ser un coñazo!
Espero que vengas a muchos más y los resumas de una forma tan divertida.
Besazos!!

César

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