Hugo Mazón / Alicante.

Si bien “no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia” tampoco es más ahorrador quien más ahorra, sino quien más ingresa. Señores políticos, asuman definitivamente que lo suyo es de circo y no renuncien a sus coches oficiales por culpa del recorte, pídanle a las casas de coches que se los patrocinen. Si los jugadores de fútbol pueden, ¿por qué ustedes no? Acabaríamos con dos problemas de una tacada.

No se dejen llevar por la ola de restricciones que recorre Europa, vendan definitivamente su alma y dejen que la publicidad y el espectáculo entren en el semicírculo parlamentario. Hagan una mención anunciando calmantes antes de explicar sus nuevas proposiciones de ley, pongan cortinillas publicitarias mostrando las bondades de los antidepresivos separando cada uno de sus discursos, luzcan sin temor la procedencia de sus trajes, muestren abiertamente los periódicos en los que leen la realidad cada mañana y beban refrescos mirando a cámara dejando bien claro qué bebida alimenta sus lenguas bífidas.

Pero no sólo esto aumentaría los ingresos de las arcas públicas. Aumentar el número de personas que siguen los debates políticos aumentaría exponencialmente el precio de la política en este país. Cuanto más televidentes más inversión. Para ello deberíamos dar un nuevo aire a esos aburridos debates que, si no fuera por los gritos, los abucheos y los insultos, nunca tendría el más mínimo interés general.

Podríamos comenzar colocando hombres y mujeres más guapas o más burdas. Nos hace el mismo papel Elsa Pataky que Belén Esteban. Una daría morbo y la otra espectáculo (elijan ustedes mismos cuál de ellas daría qué…)

Por otra parte habría que recortar los turnos de palabra. Cuando alguien habla más de diez minutos tiende a quemarse, eso sin contar con las dificultades que les plantea a los realizadores los planos estáticos prolongados. Para ello deberíamos limitar a 35 segundos cada intervención. Si en ese tiempo no han logrado explicar cuál es su intención no hace falta que sigan hablando, la memoria retentiva de una persona que ve más de una hora la tele al día no llega al medio minuto.

Para darle más emoción podríamos sustituir los leones de bronce de la puerta por leones de verdad. Eso le daría un aire al Gran Prix de la Sabana Africana que, además de intensidad al resultado, añadiría un cierto toque exótico.

Por último se deberían patrocinar los proyectos de ley. En vez de prolongar los títulos de las leyes con un lenguaje que dudosamente un abogado entendería, poner nombres como “la ley Adelante”, “El proyecto Danone” o, aprovechando la ley hoy aprobada, “la llamada del ahorro”.

Puestos a vendernos, hagámoslo con clase…