9 de mayo de 2010

Cine y fútbol, compañeros ocasionales

José Hernández / Murcia.

El deporte ha sido uno de los temas recurrentes del cine desde los principios del medio. No es coña. Uno de los primeros cortos que se conservan es de un
combate de boxeo, allá por 1894. Sin embargo, el fútbol no ha sido un asiduo visitante de la gran pantalla.

¿Por qué? Hay varios motivos, aunque uno muy importante es que hasta hace bien poco no era un deporte popular en Estados Unidos, por lo cual no ha sido apenas tratado en Hollywood, que es donde más cintas deportivas se hacen. Otros motivos tienen que ver con su propia naturaleza: el fútbol no es tan espectacular e inmediato como otros. Hay deportes en los que las jugadas son un continuo clímax (béisbol, baloncesto), otros que se basan en el contacto físico (fútbol americano, rugby, hockey), y otros que parecen haber sentado las bases del cine de acción (boxeo, automovilismo, motociclismo). Son elementos con los que se puede hacer un drama deportivo que vaya más allá de la historia fuera del campo y que entregue momentos de emoción. ¿El fútbol? No tanto. Es un juego más estratégico y de equipo, menos dado a la espectacularidad de movimientos y jugadas, menos inmediato. Menos cinematográfico, al fin y al cabo.

Además, hay una cosa que no se suele tener en cuenta, pero que lastra una barbaridad la capacidad del cine para reflejar fielmente un partido: el fútbol se juega con los pies. Parece una tontería, pero no. El cine se basa principalmente en planos del rostro y la parte superior del cuerpo. Si os fijáis, todos los deportes antes mencionados cumplen este requisito. El fútbol no. Para que podamos ver el área donde se desarrollan los movimientos del deporte y al mismo tiempo el área expresiva del jugador, sólo se puede hacer un plano de cuerpo entero, lo que convierte la dirección de una de estas películas en algo monótono y poco inspirado, por lo general. Si se quiere variar de recursos, se pierden detalles que en otros deportes no.

Pero aunque el fútbol esté destinado a aparecer por el cine sólo de vez en cuando, eso no quiere decir que no hayan películas donde el deporte rey sea, valga la redundancia, el rey. La más destacada la hemos visto todos montones de veces cuando éramos críos: '
Evasión o victoria'. ¿Quién puede resistirse a un partido en el que Pelé le soba los morros a los nazis al más puro estilo Jesse Owens? Hasta nos creemos que Sylvester Stallone pueda ser un portero de renombre, aunque ese papel le hubiese quedado mejor al hermano austríaco de Paco Buyo.

Por supuesto, de pequeños nos tragábamos con ansias el culebrón japonés
'Campeones' (también estaba 'Supergol', pero ese era el hermano pobre). En este anime, los defectos del fútbol antes señalados se suplían con cantidades astronómicas de fantasía que violaba las leyes de la física, campos kilométricos, jugadas que duraban dos semanas y fantasmadas varias. Para los nostálgicos de la serie, hay una película reciente que recupera su espíritu excesivo de forma burlona y surrealista, y que está rodada con actores reales: 'Shaolin Soccer'. No sirve para hacerse una idea de lo que es el balompié, pero vista sin complejos es una absurdidad la mar de entretenida.

Hay otras películas que tratan el mundo del fútbol desde la perspectiva de un jugador, pero la mayoría son prescindibles. Por ejemplo, está la trilogía '
Goal', que es un ejemplo de producto industrial realizado en una cadena de montaje. Mejores son las comedias 'Quiero ser como Beckham' (ideal para verla con novia por su alto nivel de estrógenos), 'Mean Machine' (que es todo lo contrario, al sustituir a Keira Knightley por Vinnie Jones) y la mejicana 'Rudo y Cursi', aunque ninguna de ellas es un peliculón.

Para ver una auténtica joya del cine sobre fútbol hay que alejarse un poco, no mucho, de este deporte. No, no me refiero a la agradable pero en última instancia intrascendente '
Buscando a Eric', aunque sea un ejemplo apreciable. Me refiero a 'The Damned United', biopic del entrenador Brian Klough y de su periplo de 44 días al frente del Leeds United. Es una película realizada de forma excelente, pero además es una mirada apasionante a los entresijos de un equipo de fútbol y a lo que se mueve en los vestuarios. No trata realmente del deporte: no vemos estrategias de juego ni jugadas estelares, su centro está en los personajes y su evolución. Pero es imprescindible para todo forofo.

Y hablando de forofos, son otro tema tratado por el cine. Por ejemplo, la película de Ken Loach anteriormente mencionada, que es sin duda mejor que la sensacionalista
'Hooligans'. Pero no son las únicas. También está la iraní 'Offside', aunque en realidad el fútbol sólo es un medio tangencial para hablar de la intolerancia. O la más destacable: la comedia inglesa 'Fuera de juego', basada en una novela autobiográfica de Nick Hornby, en la que se disecciona la enfermiza pasión futbolera de un seguidor del Arsenal, y cómo se interpone en su vida personal y sentimental.

Para terminar, hay que hacer mención a las películas españolas que tratan este tema. Pero lo cierto es que películas de fútbol hay pocas. Sobre fútbol, unas cuantas más, que se dividen entre las que lo tocan de forma anecdótica ('
Tu vida en 65’'), las que lo usan como excusa para desencadenar la trama ('Días de fútbol', 'El portero'), y las que, entren o no en esas categorías, son bastante malas ('Rivales', 'El penalti más largo del mundo', 'Matías juez de línea', 'Salir pitando').

Recomendación casi en forma de posdata: el documental '
El auténtico Puskás'. No lo pude ver cuando asistí a la pasada edición del Festival de Cine de Valladolid, pero fue la gran triunfadora de su sección.

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