3 de marzo de 2010

Hasta yo quiero ser Cary Grant

Antonio Lucas "Lobo" / Cieza.

Octogésimo segundo aniversario de la ceremonia de los Oscar, para los amantes del cine resulta una cita tan golosa como obligatoria. Tanto en cualquier casa de vecino como en SHDC toca apostar por los ganadores, toca imaginar el lujo y glamour de la alfombra roja, toca juzgar las decisiones de la Academia, y toca recordar a los grandes del séptimo arte.

Si me permiten, les hablaré un poco de Cary Grant, uno de los mejores intérpretes de la historia del celuloide y paradigma del estrellato en la época dorada de Hollywood.

Sé que muchos estarán en desacuerdo con la idolatría fácil que ostento para con él y que ni mucho menos convendrán en su calidad como actor. “Un lechuguino insulso al que nunca se le va el tupé, no se despeina ni en una persecución, y ni siquiera se puede llamar Gary como todo el mundo” dijo de él José María González Sinde, primer director de la Academia de cine nacional. Pero no me importa, verán, es como cuando uno habla de su madre o de Zinedine Zidane, qué demonios importa lo que opinen los demás.

Cary Grant, de nombre real Archibal Alexander Leach, se convirtió en uno de los actores favoritos del público por su elevada capacidad de empatía, cautivadora presencia y versátil talento interpretativo.

Alcanzó el estrellato en los años treinta, con películas como 'La gran aventura de Silvia' (1935), un delicioso film en el que apareció junto a Katharine Hepburn por primera vez, 'Una pareja invisible' (1937) o la ganadora al Oscar a mejor película de ese mismo año, 'La pícara puritana'. Con la crítica y el público a sus pies, al final de esta década le ofrecieron excelentes trabajos, tales como 'La fiera de mi niña' (1939), 'Vivir para gozar' (1939) o 'Sólo los ángeles tienen alas' (1939).

Los años cuarenta y cincuenta le confirmaron como uno de los actores más importantes de la historia del cine. Algunas obras de esta época son 'Historias de Filadelfia' (1940), 'Serenata nostálgica' (1941) y su primer trabajo con Alfred Hitchcock, 'Sospecha' (1941).

Cary Grant nunca obtuvo la ansiada estatuilla, algunos apuntan que ser un tipo demasiado independiente y de izquierdas para la época tuvo que ver con ello. Únicamente dos veces estuvo cerca del éxito, la primera nominación fue por su trabajo en 'Serenata nostálgica' (1941), la segunda y última por un 'Corazón en peligro' (1944). Gary Cooper y Bing Crosby, respectivamente, se encargaron de arrebatarle la gloria.

Hasta que tras su última película ('Apartamento para tres', en 1969) decidiera retirarse de la gran pantalla, Grant se mantuvo en lo más alto, dejando títulos como 'Arsénico por compasión' (una obra maestra del humor negro dirigida por Frank Capra, 1944), 'Encadenados' (1946), 'Atrapa a un ladrón' (1955) o 'Charada' (1963). En su última etapa como actor su film más sobresaliente fue 'Con la muerte en los talones' (1959), de Alfred Hitchcock. Pocos años después de su adiós, en 1970, la Academia le otorgó un Oscar honorífico por una extraordinaria carrera, cuentan que no pudo contener las lágrimas al recibir la noticia.

Su gran éxito y su fama descomunal se debieron en parte al aura de seductor atormentado que le acompañó durante casi toda su vida artística. Hoy día, numerosas fuentes hablan de su profundo alcoholismo (el cual consiguió superar) y de su miedo a ser considerado homosexual, cosa que finalmente no pudo evitar a pesar de sus cinco matrimonios y diversos romances. No obstante, en el recuerdo quedará su trabajo, su carisma. En mi opinión, le definía ese toque amable e irónico que daba a los personajes que encarnaba. Una vez que uno ha disfrutado de 'Arsénico por compasión' una cantidad de veces demasiado bochornosa como para reconocerla en público, que es el caso, descubre que Grant crece con cada visionado, el cerebro burbujea risueño de tanto gag inteligente y descubierto por primera vez en una frase o en un gesto, algunos diálogos son simplemente perfectos. El protagonista llegó a reconocer que fue el papel de su carrera en el que más se divirtió, a pesar de que al principio no le gustó la idea de acometer un personaje sobreactuado.

Grant fue un tipo simpático, elegante hasta la médula, fantasioso e inestable, que reunía múltiples condiciones para ser carne de cañón de la prensa sensacionalista. “Incluso yo quiero ser Cary Grant”, así definía el célebre actor su admiración hacia quien aparentaba ser, una fachada tras la que se escondía un hombre abrumado entre la estrella y la persona.

Para terminar, les contaré que 'Con la muerte en los talones' inició en mí un hambre insaciable respecto a su figura y filmografía, recuerdo que cuando terminé de degustar varias de sus películas, como 'Vivir para gozar', 'Historias de Filadelfia' y especialmente 'Arsénico por compasión', me quedé mirando fijamente la carátula de esta última y dije: “Cary, con el “hola” ya me tenías…”.

Para los amantes del cine leer este artículo es una opción, conocer los trabajo de Cary Grant una oportunidad, pero ¡oh, lectores! ver Con la muerte en los talones y Arsénico por compasión es una obligación moral, un homenaje al buen gusto.

4 Response to "Hasta yo quiero ser Cary Grant"

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Pepe H. Says....

Uno de los actores más grandes que ha dado el cine, junto con James Stewart y Katharine Hepburn. Quien no lo conozca o no haya visto alguna peli suya no se puede llamar a sí mismo cinéfilo. Ni tampoco cinenófilo.

Por cierto, sobre su sexualidad, está claro que al menos era bi. De hecho, tuvo una relación de 12 años con Randolph Scott:
http://cutclub.wordpress.com/2009/08/27/cuti-cuti-lili-cheibub-2/
Y también se le conocen relaciones con otros homosexuales reconocidos como Noel Coward o William Haines.

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Anónimo Says....

Quina maravilla de artículo!

Cuando uno abre SHDC y elige este artículo lo hace por dos motivos: el actor y el escritor.

Al ver la extensión de tus artículos a uno, siempre con tan poquito tiempo, le dan ganas de hacer una lectura rapidilla y a veces ni eso. Sin embargo, otras veces, las que más, sin darte cuenta llegas a la mitad del artículo con ganas de conocer el final, desenmascarar a la persona que se esconde tras el personaje, saber de sus asuntos de alcoba, pobre Grant!En definitiva, despiertas el interés del lector. Esto que es conocido por todos los que escribimos y leemos y que parece obvio, no es ni de lejos fácil de conseguir y mucho menos de ser reconocido por compañeros de oficio, críticos y demás. Ya me entiendes. Y por supuesto,en mi opinión eres más brillante, más directo, más elegante, tienes más covicción y más de todo lo bueno, cuando huyes de tanto taco, insulto gratuito y expresiones varias. Quizás así empezarás a parecerte al lechugino de tupe engominado.
Enhorabuena.

Mónica.

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Antonio S. Capel Says....

Yo fui Cary Grant una vez. Bueno, no, pero mi tío casi me liquida fumigando limoneros. ¿Eso cuenta?

Muy buen artículo, ¡enhorabuena!

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Anónimo Says....

Excelente artículo cinematográfico; tengo que ponerme al día con Cary Grant. Y aportando mi opinión particular a un comentario anterior, diré que cada estilo tiene su lugar y su momento. Este artículo requería un acabado más formal y glamouroso que el que empleas habitualmente en tus relatos y otros artículos. Buena elección, pues. Pero no dejes de utilizar expresiones varias y de "escrotar" el horizonte, amigo, cuando la ocasión lo requiera.

Desmodus.

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