31 de marzo de 2010
Crítica: Primer
Rafael Bargiela / Madrid.
Un grupo de 4 hombres se dedica a experimentar e inventar artilugios en un garaje. Con ayuda de cierta casualidad, inventan una caja que es capaz de reducir el peso de las cosas, pero que además, la máquina es capaz de realizar otras muchas facetas para las que no estaba diseñada en un principio, y el invento se les empieza a escapar de las manos.
Descubrí esta película a través de esa maravillosa base de datos llamada Filmaffinity. Una manera bastante eficaz de, entre otras virtudes, encontrar películas de cine independiente que de otra forma puede que nunca oirías hablar, y que por supuesto, merecen la pena ver. Es así como me embarqué en la ardua, intensa y compleja hora y media que dura esta odisea.
Y digo odisea porque ante todo 'Primer' es una película laboriosa, espesa, complicada y, eso sí, muy muy trabajada. La narración fluye sola a través del diálogo, el cual presenta una buena base científica sobre la que reposa el argumento. Los hechos se van volviendo cada vez más complejos. La acción va saltando de momento en momento, montando una compleja red de acontecimientos difíciles de hilar. La complejidad llega a tal punto que necesitamos hacer varios esfuerzos mentales para interpretar lo que va ocurriendo en la historia.
Sin embargo, la atmósfera, la curiosidad del argumento, y el aire hipnótico de la película nos llevan hacia el final sin demasiados aspavientos, y con un final en mente deducible, al menos. Con todo, 'Primer' se convierte en una película extraña, compleja, diferente, arriesgada. Una de esas cosas que amas u odias, algo que se que hace hueco en el mundo del culto.
Su ambiente cuidado y su originalidad hacen de esta película un extraño espécimen, que merece la pena visualizar solo para satisfacer la curiosidad. La amas o la odias, feliz quebradero de cabeza.
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