31 de marzo de 2010
Cosas que los nietos deberían saber
Ana Andújar / Lorca.
Un libro que tiene un título premoritoriamente póstumo, y que además contiene un capítulo titulado “Estoy muy cabreado contigo. Nina Simone ha muerto”, ya huele a obra maestra en estanterías legendarias. Metemos de nuevo el hocico en la literatura musical que tantas alegrías nos ha dado a los primigenios lectores de este y otros blogs porque este libro va a hacer que te quieras levantar de la cama por las mañanas cuando crees que tu vida acaba por no saber qué actualizar en tu feisbol. 'Cosas que los nietos deberían saber' es un libro más allá de un hombre. Su autor, Mark Oliver Everett, el líder de The Eels, el autodidacta Mr. E y el escritor de este manual para corazones y huesos rotos, a despedazado su vida y la ha plasmado sin pudor en una obra que oscila entre la autoayuda y la triste realidad de la leyenda de la estrella del rock cuando llega a casa y se pone las pantuflas.
Mr. E empieza este relato tragicómico con la descripción del momento en el que encontró a su padre muerto. Probablemente lo que más le afecta de ese hecho es el tener que tocarlo: Intenté aprender cómo se practica la reanimación cardiorespiratoria con la operadora del servicio de emergencias mientras cargaba con el cuerpo ya rígido de mi padre por el dormitorio. Se me hacía raro tocarle. Que yo recordase, era la primera vez que teníamos contacto físico, si exceptuamos alguna que otra quemadura de cigarrillo que me había llevado al intentar escurrirme por su lado en el estrecho pasillo. Lo más perturbador es que el contacto con los padres puede ser analizado de esta manera en muchas, muchísimas ocasiones que hacen que mire al mío, sobre todo cuando pierde la mirada en los infinitos pasillos de IKEA, con cierta ternura.
Everett tiene de qué quejarse, aunque la representación de dramas familiares siempre se acercará más a la moraleja de que “hay luz al final del túnel” que de “esas pastillas con aguarrás entran mejor”. Su padre, señor don Hugh Everett, fue el creador de la teoría de los universos paralelos y rémora talentosa que le persiguió como el olor a cadáver que tuvo que quitar de las sábanas. Y a partir de entonces la Parca se acomoda cerca del autor: su hermana, alcohólica, drogadicta, adicta a los novios chungos que la violaban y maltrataban, que intenta suicidarse varias veces hasta conseguirlo (con el pretexto de acabar con su estirpe Everett), su madre muere de cáncer, su tía era una de las azafatas que viajaban el 11-S en el avión que se estrelló contra el Pentágono, algunos componentes de sus bandas también murieron jóvenes, y seguramente si se compró alguna vez una bolsa de pipas, la última le salió rancia. No estoy diciendo que Mark Oliver Everett sea gafe; digo que es un puto superviviente.
Cuando la música es capaz de llenar una existencia tan traumática hasta hacerla llena no hace falta buscar razones para dedicarle más minutos a escuchar, por ejemplo, “Electroshock Blues” (1998), “Daisies of the Galaxy” (2000) o el prozac para oídos y neuronas con melancolía primaveral “Blinking lights and other revelations “(2005, con colaboraciones de Tom Waits, Peter Buck y John Sebastian) que os van a quitar todas las tonterías de golpe.
Las páginas del songwriter de The Eels se preceden en el libro por un prólogo de Rodrigo Fresán (el argentino autor de 'El fondo del cielo', el que le chivó texto a Calamaro en 'Nadie sale vivo de aquí') y que lo define como “el mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo”. Para colmo, lo ha editado el grupo madrileño “Blackie Books”, una de las editoriales que más apuestan y arriesgan por la literatura musical, freak, alternativa y psycho-go-go de nuestro país y que merece si nuestro respeto como cagados y humildes no emprendedores. No hacen falta más razones para leer 'Cosas que los nietos deberían saber', si detrás de esas barbas de folkie del metro de Tribunal esgrime los versos: Estamos todos bien jodidos, pienso, y no hay mayor verdad que ésa. Todos tenemos alguna historia bien jodida en nuestras vidas, y no hay nadie viviendo el cuento de hadas que la tele nos hizo creer que viviríamos de mayores cuando éramos pequeños. ¿No puedo rezar esto la próxima vez que me obliguen a pisar una iglesia?
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