Alex Boubeta / Cangas.

A pesar de las apariciones fulgurantes de grandes tenistas más jóvenes que él, Federer sigue siendo el rey del tenis mundial. Es el número 1 y su victoria en Australia le otorga un margen considerable sobre sus inmediatos rivales que, por el momento, no consiguen destronarle. Después de perder en las dos últimas ediciones del primer Grand Slam del año, la primera en semifinales ante Djokovic y la segunda en la final ante Nadal, y de no saber rematar su victoria ante Del Potro en el último grande disputado, Federer se ha vuelto a imponer en un Grand Slam demostrando que si está bien es muy difícil de batir.

Es que, aún sin mostrar la consistencia y regularidad de sus mejores tiempos en los que parecía invencible, su fiabilidad en los estos torneos es enorme: siempre llega a las rondas finales y muchas veces los gana. En este tipo de torneos no pierde contra rivales de medio pelo. Cosa que a veces le ocurre en los Masters Series, donde da más sensación de vulnerabilidad. Lleva ya 16 Grand Slams, más que cualquier otro en la historia, y los que le quedan. Muchos le colocan como el mejor de la historia, lo que está claro es que muestra una perfección tenística realmente difícil de apreciar en cualquier época de la historia del tenis.

En la final de este Open de Australia, tenía enfrente a Andy Murray. Un ememigo más que temible por su reciente progreso en el ránking ATP y por su gran momento de forma que le había llevado a perder un sólo set antes de final y de ganar sin demasiados apuros a Rafa Nadal. Parecía que, por momentos, el británico le buscaba el revés y le hacía sufrir, pero la tónica general fue de un dominio absoluto de un Roger Federer que, en algunas fases del partido, bordaba el tenis. Murray buscaba unas soluciones que no encontraba ante tales ataques mortíferos y tal repertorio de golpes. Así que, sin más dilación, primer det por 6-3 y segundo por 6-4. Un set más y otro trofeo para la extensa colección del suizo.

Murray padecía molestias en el muslo. Pero decidió seguir. No sólo seguir, sino pelear. En el tercer set el escocés se puso por delante, estuvo con 5-2 y sacó con 5-3 para ganar la manga. Pero no pudo. Y al suizo no se le puede perdonar. Puso en marcha su maquinaria y remontó para llegar a un tie-break donde se concentró la emoción del partido. Nada menos que 13-11 tras cinco bólas de set que Murray no aprovechó y tres de partido de un Federer que, incomprensiblemente dejó escapar la segunda pensando que una gran bóla del escocés se iría larga, antes de cerrar el torneo y tirarse al suelo de Melbourne.

Federer, pues, sigue agrandando su leyenda mientras Murray es el único de los cinco fantásticos que sigue sin ganar un Grand Slam, aunque su gran actuación le sirve para encaramarse en el número 3 de la clasificación mundial.