28 de febrero de 2010

Fácil no es

Antonio Lucas "Lobo" / Cieza.

Es difícil esto de vivir. Santísimas siete y media de la mañana, las calles sin poner, el móvil vibra como un hijo de puta sobre la mesita de noche(a esa hora todo suena como tal) y comienzo a escuchar la canción que tengo asignada como señal de alarma. Las sábanas que mi madre ya habría cambiado hace una semana, -yo no- parecen cadenas. Hace frío, frío hijo de puta. Llego penosamente al aseo, en el espejo hay algo parecido a mí, me fijo y veo que pone cara de estar oliendo a pedo. Muy a mi pesar, debo afeitarme, uno tiene que estar presentable, el tema es que también debe resultar atractivo y algunos lo tenemos difícil sin escondernos en la barba. Yo, sin ir más lejos, cuando me paso la cuchilla más que imberbe parezco imbécil (más aún). La barba de tres, cuatro o diez días da ese toque de montaraz atormentado, y si no lo da, uno cree que sí, que es lo que importa.

Quinto día de curro, una aventura, pero mañana descanso, Dios no lo hizo hasta el séptimo día. Me duelen las ansias y los por hacer, el papel que me toca en este inmenso show no siempre despeja mis dudas, se supone que voy trepando por la vida y sin embargo la sensación que tengo y que me acongoja es que es ella la que trepa por mí. Las exigencias son innumerables. Es difícil esto de vivir, muy difícil… La verdad es que nunca me acabo de creer esto, lo digo (escribo) porque sé que queda bien decirlo (escribirlo), colocarlo como de soslayo, como si fuera una verdad que se me ha escurrido del bolsillo de tanto amontonar verdades, escupir estos tópicos ebrios de razón de vez en cuando parece una condena a la que la raza humana está inexorablemente ligada. En cualquier rincón del mes hay que hablar del paso del tiempo, de la guerra civil, del amor, de África, y especialmente de la infancia y de los motivos de todo, es lo que vende vida. Algún error habrá…

El desayuno me sigue pareciendo estupendo, lo tome o no. De repente el café es un amigo, pero, veamos, necesito café para no ir toda la jornada como los jugadores de la pérfida Albión ante el barrilete cósmico en aquella jugada teocrática, sin embargo, es malísimo para mi estómago. Mejor, así seré el incorregible amante del café (dicen), del que además algunos opinan guarda cierta relación con la intelectualidad, ese tío no está mal. El zumo de naranja y las tostadas de pan con aceite son símbolo de tipo sano (dicen), de deportista, y de persona equilibrada si me apuran (no me apuren). Otra sarta de polleces. Donuts, cruasanes, mermelada, beicon… ¿Qué tendrá que ver el desayuno? yo cada día me lo invento, y qué quieren que les diga, sigo cagando por el mismo sitio.

En el trabajo, como en la vida (aunque en casa menos) uno también debe ser inteligente, pero sin pasarse de listo. Ser es difícil, me refiero a ser lo que sea. Camino convencido (no sé de qué) por mi ciudad, que ¡ojo!, a veces es mi ciudad y otras veces es la ciudad. Curioso, ¿verdad? No tengo ni idea de a qué demonios obedecerá el cambio semántico, lo juro. Miro a mi alrededor como si fuera la primera vez que transito esta calle, observo lo que se me antojan detalles, escruto el horizonte, incluso escroto el horizonte, que es como someter a éste a mis atributos varoniles (acción totalmente inocua y muy reconfortante, se lo aseguro), analizo todo cuanto percibo, como si quisiera aprender algo observando, aquí mismo, en este momento que ocupo en la vida de la / mi / su ciudad. Me reconforta, me divierte, y me divierte advertir que me divierte, no todo tiene que ser complejo al respirar.

Mientras silbo (Silbar da sensación de control) recuerdo algunas directrices, permítanme llamar así a algo que no se bien qué es, pues puede incluso que ni siquiera sepa mínimamente a qué me refiero. A ver, hay que ser culto, pero sin caer en la pedantería, atento, pero sin babosear, simpático no, simpatiquísimo, pero sin dejar de ser formal, y eficiente, eso siempre, caiga quien caiga. Voy listo… ¿Y con ellas? Romántico, pero sin ser cursi, cariñoso, pero sin ser pesado, valiente y decidido, pero sin ser gallito. Estas listas son tan interminables como absurdas, todo paja en el ojo propio, por favor no me pregunten en qué ojo. Entonces veo a una niña que fija su mirada en mí sin dejar de caminar de la mano de su madre, se me cae una sonrisa, y algo se renueva en mí, de repente huelo a esperanza. No se asusten, el rosa pegajoso peligrosamente cursi y ofensivamente típico anterior desaparecerá en la próxima frase, a los pocos metros de la niñita un chaval de unos doce años se caga en los muertos de un poster de Cristiano Ronaldo. No obstante, se me cae la misma sonrisa, y qué quieren que les diga, me dan ganas de vivir, esta mañana, a pesar de las dificultades esas, me ha dado por ahí.

Leí una vez que la felicidad es la evocación de un recuerdo, la reminiscencia de una sensación pseudofeliz que ocurrió durante una infancia primeriza, pero que nunca se experimentó realmente, así pues, es el recuerdo de algo que nunca se llegó a sentir, pero que cada vez que hacemos acto de memoria su difuso contorno se perfila, así que la felicidad es el recuerdo de un recuerdo inexacto. Vaya usted a saber si eso es cierto. Me gustaría decir que la vida va y viene, y que no se detiene, qué sé yo, pero correría el riesgo de que me tacharan de cursi, homosexualoide o bobalicón. Si estoy con ellas puedo decir palabras como intrahistoria o sentimiento, especialmente si quiero sexo o aproximaciones, si estoy con ellos ni de coña, entonces me gustan los Scorpions (en el trabajo me gustan los Beatles). Así están las cosas. Claro está que podría limitarme a decir el mismo grupo a todo el mundo, pero eso no me asegura tener personalidad, y por el contrario me asegura aburrimiento teatral. Hay reglas para todo, pistas demagógicas que conducen a deducciones tan espurias como reflejas, guste o no, se acepte o no (aceptarlo es una regla más).

Cada maestrillo tiene su librillo, que diría aquel, pero en el submundo en que creo habitar, y que supongo pueda ser el mismo que el de la mayoría de ustedes, improbables lectores entre los veinte y los veintidiez, uno debe saber de política, con la moderación en una mano y el voto inmutable en la otra, debe escuchar y leer sobre actualidad, y debe necesariamente opinar, si no hay opinión no se sabe de nada. La opinión, sea insustancial o no, es la constancia de una previa información, una especie de afirmación tribal respecto a ser consciente del mundo, es como un documento que dice sé de qué va esto. Tiene que haber una opinión, la muchedumbre lo exige. Uno, además de política, debe saber de todo un poco, de historia, arte, cine, corrupción, croquetas… Debe entender de fútbol, pero sin gustarle demasiado, eso sería confesar que participa de la ignorancia del macho ibérico y que consume opio de masas. Debe reciclar basura, reciclar contextos y reciclar sueños, debe colaborar en casa y con una ONG, pero no contarlo (el truco más extendido consiste en filtrar dicha información a una persona jorgejaviervazquera, la cual sabemos a ciencia cierta que expandirá la noticia como si fuera su vida en ello), debe defender la vida de los toros y la profesión de los toreros, lucir un peinado guay, ser ocurrente, ligar, y más importante aún, contar con grandilocuencia que ha ligado , sobrevivir con la nómina el primer día, vivir bien el segundo día con idéntica nómina, eso sí, sin dejar de quejarse, conocer la tecnología punta y llevarla colgando del cinturón, ver 'Avatar', leer 'La sombra del viento', saber inglés, of course, debe tener para varias cervezas y gomina después de pagar alquiler, agua, luz, y demás facturas. Además, uno debe encontrar un dios, una razón, un amigo o sucedáneos, una pareja, un aleph, tener la conciencia tranquila, follar mucho y bien, ser el soltero de oro o el acompañante perfecto, no hay término medio, saber qué significa atávico y globalización, practicar un deporte, ser buen hijo, saber contar chistes, pero con gracia, mantener la relación sin lapsus alguno con aquellos seres queridos de los que te separan kilómetros, alegrarte por un acierto personal cinco minutos después de enterarte de una muerte o una violación (las gallinas que entran por las que van saliendo), labrarte un futuro, exprimir un presente, carpe diem y su puta madre. Todo en 24 horas. Fácil no es.

Continúo andando por esas calles que a veces me hablan (lo prometo, me hablan) y llego al trabajo. El día se escapa por mi garganta. Al volver a casa me cruzo con un mendigo, o un pobre, según se mire, y le doy unas monedas. Esos momentos son complicados, ambiguos, tanto si le doy algo como si no. Pienso en que mi ayuda es desproporcional a su demanda, que esto no es lo que yo imaginé de crío ni lo que ahora me imagino como correcto, como justo, me parece todo un auténtico y colosal mojón, aunque sólo unos segundos, no se vayan a pensar. Cada paso que doy me importa menos el ser humano que dejo atrás. ¿Haití? No me joda, no se queje, no denuncie, cierre la puta boca y márchese allá a echar una mano, entonces quizá no sea indigno hablar del tema. ¿Radical? Sí, bueno, hay cosas peores. La conclusión a la que llego a pesar de que trato de evitarlo es que no ayudo a esa gente porque no quiero, porque es más cómodo pasar, cada uno a sus costillas ¿no es así? Uno no puede dejarlo todo y dedicarse a solucionar el mundo, las cosas no funcionan así. ¿Quién diablos organizaría las cosas? El problema es que es verdad, las cosas funcionan de otra manera, además… le he dado 2 euros ¿qué más quiere? ¡Qué trabaje y deje de pedir! Tras ello sigo mi camino y pronto vuelvo a olvidarme de esa incongruencia de prejuicios salomónicos en mi cabeza, la intento racionalizar, y como no lo consigo, la olvido. Olvido al pobre de la calle, olvido Haití, olvido la compra por hacer, olvido las quejas de mi madre, olvido Gara…(perdón), olvido el primer suspenso en mates, olvido el rechazo de la morenaza de 1º y olvido aquel verano del 96, sólo así puede uno despejar el pecho. Aunque sólo sea de vez en cuando, si uno olvida con criterio y acierto quizá todo sea menos duro. Llego a mi casa. Se me ha olvidado comprar el pan.

Llega la hora de dormir. John Lennon se equivocaba, porque incluso sin hacer planes la vida también pasa de largo. Con las luces apagadas y ya en la cama cojo el móvil, debo programar el despertador, asignar una canción. Creo que dejaré la misma de ayer, hace muy buenas preguntas. Quizás la canción tenga razón, debería encontrar a alguien, quizá ahí esté la clave, y si no es así, ¿a quién le importa? ¿Qué voy a perder?

Apostaría a que no todo es tan difícil. Buenas noches.

7 Response to "Fácil no es"

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Pepe H. Says....

Está bien escrito, como siempre, pero para lo largo que es, todavía no tengo muy claro qué es lo que quieres decir con el artículo. Es una divagación sobre la vida cotidiana, y... ¿Y?

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Yayo Says....

Fácil no es pero gratificante sin duda...
Bien escrito, bien hirvanado y, sobre todo, muy tú!
Una vez más me quito el sombrero! ;)

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Anita Says....

i should care, i should go around weeping
i should care, i should go without sleeping
strangely enough, i sleep well
except for a dream or two
but then i count my sheep well
funny how sheep can lull you to sleep
So i should care, i should let it upset me
i should care but it just doesn't get me

maybe i won't find someone as lovely as you
but i should care and i do(n´t)

y si Frank Sinatra no tiene razón, que me cuelguen.

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Anónimo Says....

Habla de todo, es la más pura complejidad envuelta en un tema cotidiano y simple, y joder, te ríes...Incluso tiene moraleja para quién la quiera ver y final feliz. Como una buena película...

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Ángela Says....

hoy no he tomado café contigo pero, después de leer ésto, como si lo hubiera hecho, jeje

y como siempre te digo: "¿y tu te atreves a decir que las mujeres somos complicadas? Anda ya!"

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Anónimo Says....

Si yo fuera una neurona y hubiera nacido y crecido en tu cabeza lucharía hasta el desaliento para poder salir lo antes posible de esa coctelera que tienes por cerebro... agota ver que tienen que trabajar tanto.
el artículo es nervioso,inquieto,ocurrente,ingenioso y extenuante... hay que aprender a camuflarse un poco...como en el mus...jeje
Roseta

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Anónimo Says....

Muy bien escrito como es habitual, con tu estilo abundante en ideas y reflexiones encadenadas, todas ellas viscerales y personalísimas. Las cosas que te agobian son las cosas de la vida. Ser o no ser. En última instancia, es la plasmación de un modo de sentir intenso y apasionado*, para lo bueno y para lo malo.

*Quizás demasiado anclado en un pasado en el que las cosas se vivían más y se pensaban menos, aunque puede que me equivoque...

Desmodus.

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