Javier Ruiz / Murcia.

Este último 9 de diciembre quedará como un día histórico en la ciudad de Murcia. Mientras el consejero de cultura, Pedro Alberto Cruz, llamaba “esquizofrénicos” a los miembros de la plataforma en defensa de los restos de San Esteban, paraban la salida de un camión del yacimiento ante la sospecha de que se estuviesen moviendo los restos.

El movimiento social en la red y en la calle era ya imparable.

La acción de un grupo de ciudadanos, apoyados en los partidos de la oposición de Murcia, el poder judicial y los medios de comunicación propició el anuncio de Valcárcel: “La magnitud e importancia del yacimiento arqueológico de San Esteban hace imposible la construcción en ese lugar". El parking de San Esteban era historia. Pero antes tenían que pasar muchas cosas. Me fijaré en tres que me han llamado la atención.

1. Facebook poderoso

El grupo “proteger los restos de san Esteban” se generó un miércoles y pasó rápidamente de espacio para la protesta, a espacio de organización. Las invitaciones a formar parte corrían como la pólvora y 7 días después ya tenía 4000 agregados. Ha sido la base fundamental para conectar a ciudadanos que de otra forma hubieran estado dispersos. He seguido el muro principal y allí se han colgado noticias, protestas, peticiones de colaboración, horarios de las concentraciones, teléfonos a los que llamar y sobre todo se ha generado debate. Ayer 15.000 ciudadanos de todas las partes del mundo eran miembros del grupo y se enteraron de las últimas noticias en tiempo real a través de su foro donde además comentaban las noticias. Los ciudadanos no estamos acostumbrados a debatir porque los políticos ya lo hacen por nosotros. Y es importante que nos acostumbremos a desarrollar esta habilidad, este derecho, porque el poder de la gente –si está organizada- es imparable.

2. Punto de “Cruz”

La dirección general de bellas artes se ha comido el “marrón” de quedar como la mala de la película. Suyos fueron los informes que validaban el levantamiento de los restos para hacer el parking. Enrique Ujaldón (el director general) y Ángel Iniesta (técnico) nos dijeron a los medios de comunicación que levantar los restos era la decisión que tomaban y que su dictamen era vinculante. Es decir, que había que hacerlo así.

Solo días después, Valcárcel ha querido aparecer como el salvador. (Es su estilo) Sin embargo, hay que dejar las cosas claras: El gobierno regional tiene una estructura piramidal. La dirección general de bellas artes forma parte de la consejería de Pedro Alberto cruz, y el sobrino de Valcárcel es uno de los miembros del ejecutivo que “el primero de los murcianos” dirige. Por lo tanto, la decisión de la dirección general era una decisión del gobierno. No vale de nada que Valcárcel diga que tenía pensada la decisión hace 20 días. Que no mienta. El mismo día que la anunciaba, por la mañana, la dirección general de bellas artes –es decir, una “rama” del gobierno Valcárcel- había dado orden de empezar a desmontar el yacimiento.

3. Lucha de titanes

Los que recibimos el corte de voz de Ramón Luis Valcárcel desde la ciudad alemana de Bonn entendimos perfectamente algo que estaba clarísimo. El Presidente, que es un hombre inteligente y sabe jugar sus cartas, le daba una “torta política” al alcalde de Murcia con quien no se lleva demasiado bien.

Las diferencias entre los dos son importantes y aunque, en apariencia, guardan las distancias, hay quien asegura que la lucha de poder que protagonizan en el PP murciano en los últimos 10 años ha provocado que “prácticamente ni se hablan”, tal y como nos cuenta un viejo militante popular. Todo esto será negado por ambos públicamente pero ayer no hubo analista político en Murcia que no interpretara el anuncio de Valcárcel como una jugada maestra contra su enemigo político número 1 dentro del partido: el presidente se colocó del lado de la cordura, de la gente y de los expertos mas cualificados mientras que Cámara pareció por unos minutos descolocado y del lado de la empresa expoliadora y malvada. Lo dicho, una bofetada en toda regla.

En fin. Los murcianos debemos estar contentos y esto debe haber servido de aliciente. Ni las mayorías absolutas son tan absolutas. Ni el poder es tan poderoso. Ni los ciudadanos contamos tan poco.