Rafael Bargiela / Madrid.

Tras ver como fracasa su sueño de tocar en una orquesta como violonchelista, Daigo decide rehacer su vida en su pueblo natal, lejos de Tokio. Allí encuentra un empleo ideal, bien pagado, sin necesidad de experiencia, como ayudante para realizar el rito del "nokam", ceremonia para la cual se prepara a los muertos para dejar este mundo, antes de ser enterrados. Los vecinos y su mujer no ven a priori con demasiada aprobación este trabajo, sin embargo, Daigo encuentra en él una nueva razón para su existencia.

La muerte es el acontecimiento más influyente de nuestras vidas. Desde el nacimiento nuestra existencia se ve marcada por un inexorable paso del tiempo, que finaliza irreprochablemente con el fallecimiento. Sin embargo, no es nuestra desaparición la que más nos afecta, sino la de los seres que se encuentras en nuestro entorno más cercano. Son los que mueren aquellos que descansan en paz, dejando el sufrimiento a sus allegados. Por ello, tiene gran importancia la preparación del cadáver antes de su entierro o incineración, marcando para siempre esa última imagen de la persona que fué en vida, capaz de provocar un perdón o soltar el odio más interno.

El rito del "nokam" sirve de preparación para enviar al difunto al otro mundo, pero en realidad sirve también para hacer más digestivo un acontecimiento desagradable. Es aquí, donde esta película presenta su mayor acierto. La forma en la que te transmise esa ritualidad, cómo el protagonista transforma un cadáver en algo casi vivo como lo que fué antes. Ver como los familiares adquieren la expresión de sus emociones más internas y las liberan en un último llanto, en despedida de su ser querido, es algo que vuelve a la práctica de "nokam" en un empleo más que gratificante.

Hacía tiempo que una película, sinceramente, no me emocionaba tanto. Contada con bueno ritmo, su sinceridad, cercanía y emoción hacen que sus más de horas de duración se pasen rápidamente, y que al finalizar la película te quedes con esa grandísima sensación desahogo, mientras pasan los créditos, que solo el buen cine puede aportarte.