José Ramón Martínez / Yecla

La pasada semana, el Consejo de Política Fiscal y Financiera aprobó el nuevo modelo de financiación autonómica. De este nuevo reparto parece que Catalunya y Andalucía parten con ventaja, mientras que otras comunidades como Madrid o la Comunidad Valenciana no ven con buenos ojos el nuevo modelo.

Todo lo dicho estos días sobre financiación es destructivo, forma parte del proceso implacable e inevitable de desaparición de la dignidad política, del olvido de la clase política a servir a los ciudadanos. Todo lo leído, visto y oído son euros, meros números. Los políticos y sus entornos mediáticos han hablado de cuánto, cuando lo importante era preguntarse para qué.

No nos interesa cuanto dinero va a recibir una u otra región, nos preocupa y ocupa en que políticas se van a destinar tales fondos -en sanidad, en educación, en infraestructuras, en servicios sociales, etc.- y que beneficio van a producir para la sociedad. Los políticos nacionales han pensado en sus interesas parlamentarios y electorales y los regionales no han alzado la vista más allá de sus propios intereses.

Bien podría haberse utilizado este nuevo modelo para combatir conjuntamente la crisis entre Gobierno central y autonomías. Con políticas colectivas, con acciones de futuro para generar empleo y una mayor productividad. No se trata de invertir y de repartir más, se trata de repartir mejor y de proporcionar soluciones globales a un problema global. Se trata, en definitiva, de hablar de soluciones y propuestas, no de números y cifras.