Tamara Martínez / Murcia

Hace unos años, la Pasarela Cibeles (ahora conocida como “Madrid Fashion Week”, que queda como más internacional), saltó a la palestra del espectáculo público, no por los diseñadores de turno que presentaban sus colecciones, ni por las modelos archifamosas que vinieron, sino porque sus organizadores, decidieron que las modelos que presentaran un IMC (índice de masa corporal) menor a 18 les impediría desfilar en este acontecimiento que recibe subvenciones públicas y que, por tanto, tiene una responsabilidad social con respecto a lo que exhibe.

La medida, cómo no, causo revuelo y furor, las modelos, que ya sabían ellas de antemano que no cumplían con los “nuevos requisitos” se echaban sus lánguidas manos a la cabeza, y las asociaciones aplaudían una medida que llevaban esperando mucho tiempo.

Ahora resulta que ha sido la directora de Vogue (en su edición inglesa) Alexandra Shulman, la que ha soltado la liebre, y ha pedido mediante un comunicado a los diseñadores que prestan sus modelos para las portadas de las revistas, entre ellos Dolce&Gabbana, Prada, Dior, Chanel, que hagan tallas más grandes, y que dejen de diseñar para mujeres esqueléticas, además revela que han tenido que retocar con photoshop alguna portada para rellenar algún “cuerpecin”.

Aplaudo la iniciativa de Shulman, porque a pesar de comprar estas revistas para evadirnos un poco de la realidad (no todo el mundo puede presumir de 1,80 de altura y medidas de 90-60-90), lo cierto y verdad es que muchas veces inducen a la sociedad a tener comportamientos miméticos y a querer ser “como las modelos de portada” cuando acaba de quedar al descubierto que ni ellas mismas son “de verdad”.