María José Moreno / Cartagena

Parto de la idea de que todas las ciudades tienen su “color especial”, el encanto que se desprende de cada punto geográfico se configura en base al daltonismo de quien la juzga.

Merecidos serán los títulos de Patrimonio de la Humanidad que porten muchas ciudades y muy dignas sus menciones en prestigiosas guías de viaje, es indudable que constan con una pluralidad de características naturales o patrimoniales que evidencian la originalidad de cada una de ellas.

A modo de curiosidad, aquí adjunto una lista con las ciudades de España que ostentan este título, pertenecen al Patrimonio de la Unesco cuyo objetivo es “catalogar, preservar y dar a conocer sitios de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad”:

Ávila, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia, Toledo, Alcalá de Henares, Ibiza, San Cristóbal de La Laguna.

El hecho de conocer una nueva ciudad nos transmite un sinfín de sensaciones relacionadas y determinadas por una serie de condiciones intrínsecas de la persona como pueden ser el estado de ánimo, el empeño y ganas de conocerla, o las no necesariamente intrínsecas como la buena compañía, el tiempo, la comida, etcétera...

Estas impresiones son individuales, la sensibilidad de cada persona juega un papel importante para poder evaluar lo más significativo de las ciudades que visita.
Por tanto, donde unos ven un flamante litigio arqueológico, otros no ven más allá de cuatro piedras antiguas apiladas; a los que para unos constituye un escenario de ensueño testigo de una experiencia única, para otros no es más que un desolador territorio que evoca a la mente circunstancias adversas.

Esta magia que envuelve la vista versa sobre un matiz subjetivo que más tiene que ver con las apreciaciones de los visitantes que con verdades universales, o para entendernos entre nosotros con “juicios de hecho”. Con esto quiero decir, que cada uno configura el encanto del lugar y muchas veces las vivencias en el mismo constituye a la verdadera belleza del paraje.