13 de diciembre de 2010

Adiós al quejío del genio

Yolanda Martínez.

La Alhambra lo está llorando/
La Roja se ha hecho de fuego/
que dicen que va por tarantos/
Morente, ¡del Albayzín al cielo!

Leí no sé cuándo ni dónde unas palabras de Lorca que decían algo así como 'lo peor de la muerte es que siempre llega en mitad de algo', que te interrumpe lo que estás haciendo, que viene a poner boca abajo las mismas cartas que tú pusiste boca arriba, que llega en el peor de los momentos..., con la de tiempo que nos sobra al cabo de una vida para irnos muriendo. Hoy ha interrumpido 'El barbero de Picasso', la última obra de estudio de Enrique Morente y una gira por el País Vasco que debía haber empezado hace un día.Y ha dejado al Flamenco huérfano de padre y al arte sin la figura de un genio. Pero no podrá apagar nunca el quejío y el verso jondo de uno de los grandes, del auténtico poeta del Flamenco. En alguna entrevista reveló que él lo que de verdad quería era ser rockero y lo consiguió porque hizo de la libertad su mejor falsete mientras se metía en el bolsillo a todos los cantes.

Enrique Morente vino para ser grande. Llegó al mundo de cara a La Alhambra, su nana fueron los sones de una zambra gitana y su cuna un barrio flamenco. Siempre estuvo de espaldas a las etiquetas y los cánones, abanderado de la libertad, se puso el mundo por montera y no se conformó con cantar, sino que se dedicó a crear. Autodidacta, pionero, precursor y, sobre todo, personal, aprendió los cantes de oído y los transmitió a las nuevas generaciones para que bebieran de los mayores la esencia del cante, un acto de generosidad propio de los genios. Él podía permitírselo todo porque llevaba la ortodoxia en los andares y, a la vez, era un revolucionario, un adelantado a su tiempo, como lo fuera José Monge Cruz. Pero a Enrique no se le pueden atribuir parecidos, dio luz a un estilo propio, a unos giros morentinos, a una forma de hacer el amor a los versos de San Juan de la Cruz que sólo esa magia podía salir de su garganta. Puso de pie a crítica y amantes del Flamenco y de rodillas a todos los cantes, que él metió a compás como nadie.

El genio del Albayzín nació en el 67 como Enrique el Granaíno y desde entonces construyó una fortaleza como la que se podía contemplar desde su refugio nazarí. Morente ha escrito un libro dentro de la historia del cante. Recuperó cantes olvidados como los de La Trini o El Canario, compartió escenario con Niño Ricardo o Parrilla de Jerez, revolucionó porque hizo lo que le dio la gana, y encima bien (y eso en el mundo del Flamenco, al que los grandes entendidos han querido meter siempre en un pentagrama de tres por cuatro, molesta y mucho), junto a Lagartija Nick en 'Omega', un disco que bien podía cotizarse al precio de los diamantes. Morente no se conformó con cantar e innovó, puso su talento al servicio del arte, no se quedó en el rancio abolengo del que quieren hacer ver que proviene el Flamenco, se salió del tiesto, sacó los pies del plato y a patas por bulerías hizo volar su cante. Él siempre sonaba Flamenco porque era jondo, pero su inquietud no le dejó nunca tranquilo y siempre estuvo en busca de nuevas formas de expresión, aunque “de forma natural”, como él mismo reconocía, sin pretensiones, que es como salen las cosas, que es como trabajan los grandes.

Rescató la obra de Antonio Chacón con el toque de Pepe Habichuela, que le valió el 'Premio Nacional de Música'. Homenajeó a Lorca, Picasso o a Miguel Hernández. Se arrimó a músicos como Chick Corea o Sonic Youth, llevó al escemario toda clase de propuestas pasando por misas flamencas. Y ahí encima, que es donde se mide al artista, regalaba a quien tuvo la inmesa suerte de verlo en directo la gracia de encontrarse el alma.

Y tan generoso fue este hombre de apariencia menuda que formó un cuadro gitano propio de Julio Romero de Torres junto a la bailaora gitana Aurora Carbonel y se ha dejado aquí a su Estrella para que siga regalando a los oídos de flamencos y no flamencos, la gracia del arte, el quejío abismal de la Gloria.

Descanse en paz, don Enrique Morente

(y MUCHAS GRACIAS por todo lo que nos ha dado entre los que, gracias a la vida, me incluyo).

3 Response to "Adiós al quejío del genio"

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Pepe H. Says....

Está mal que lo haga, pero lo voy a hacer. Al fin y al cabo, es la primera persona a la que he entrevistado que ha fallecido:

http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/2010/08/06/hay-atarse-machos-subir-escenario-catedral-cante/262690.html

Descanse en paz.

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Yayo Says....

Acercarse a la muerte es algo tan complicado, en cualquiera de los sentidos, que debe ser tarea difícil escribir algo así... No entiendo de arte en general, ni de flamenco en particular, pero sí se que este artículo me ha emocionado y me ha puesto el vello de punta como lo hacía Enrique Morente, una de las pocas personas que podía hacer que mis oidos caprichosos se pararan a escuchar algo de flamenco.

Bravo Yolanda! Por saber plasmar en un papel el cariño y la admiración que le tenías a este pequeño gran hombre.

D.E.P.

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Eneas Says....

No me gusta el Flamenco. Ni por supuesto lo entiendo. Pero del magnífico artículo de Yolanda y de otros despidiendo a Morente saco una cosa. Cuando alguien era un gilipollas se despide diciendo "que bueno era". Este hombre, al parecer, era un genio, porque se habla de su trabajo, que es por lo que se le conoce, y se descubre a la persona. Me ha encantado Yolanda.

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