25 de octubre de 2010

Loft

Hugo Mazón.

Dicen que cuando vives en un piso diáfano tiendes a crear divisiones inexistentes. En un piso sin paredes comienzas dividiendo las tareas en cada uno de los sectores de ese espacio vacío que es tu casa. Donde se come no se duerme, donde se duerme no se lava y donde se lava no se come. Al final, con el normal desarrollo de tu vida, ese que existe aunque tú no te das cuenta, acabas creando paredes en el vacío de un material más resistente que el ladrillo o el hormigón. Cada esquina de tu hogar acaba adquiriendo una función propia hasta el punto de que su función prevalece sobre la utilidad que pueda ofrecer.

La Economía es un invento del hombre creado por y para el hombre. La administración de recursos depende en primera y última instancia del desarrollo lógico que se contemple para la planificación de unos criterios de reparto. Ajustar el cinturón a la sociedad aduciendo que es lo mejor para ella es como el maltratador que justifica su agresión aludiendo que lo hace “por su bien”.

No hay verdades tautológicas en economía al igual que no hay paredes en una planta diáfana, y sin embargo el hombre se empeña en limitar su vida en base a “ladrillos psicológicos” o “capitales bursátiles” cuando ninguno de los dos existen. Porque no nos engañemos, el dinero de las SICAV, el IBEX 35 o el precio de la deuda externa no existen. Desarrollan su actividad en un mundo paralelo que tan sólo toma contacto con la realidad a través de esa cueva de Alibaba que son los bancos. Al igual que los sueños, que no existen pero nos condicionan mientras dormimos, los bancos nos acercan a un mundo de ilusión en el que una impresión en un papel otorga poderes inimaginables.

La huelga en Francia deja patente que el pueblo quiere lo que el pueblo pide. La postura de Sarkozy se muestra mucho más paternalista que la, tan criticada en estos días, socialdemocracia. Cual padre, enseña una valiosa lección a su hijo pequeño diciéndole que hay cosas que tiene que hacer pues “a la larga le conviene”. No ha tenido en cuenta que el niño pequeño es el pueblo francés y que éste no traga con su doctrina. Aún así se empeña en mantenerse firme pese a todo.

Que nos jubilemos a los 67, que tengamos un salario decente o que las letras de tu casa suban hasta el firmamento no depende de variables independientes. Esas variables dependen del egoísmo de unos señores que se suelen dibujar con frac y sombrero de copa, pero que tienen nombres y apellidos. Mire las cuentas de resultados de las empresas nacionales y trasnacionales y sabrá quien quiere acabar con sus beneficios sociales y quien pone las paredes en esta nuestra casa.

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