3 de octubre de 2010
Crítica: La ley de la calle
Rafael Bargiela.
Rusty James es un rebelde líder de una banda callejera, adoraror de los viejos tiempos en los que las bandas tomaban el poder de las calles, donde su hermano "El chico de la moto" era el jefe absoluto de la ciudad. Tras el regreso de éste, Rusty intenta empezar a parecerse lo máximo posible a su hermano, sin embargo, se dará cuenta de lo mucho que ha cambiado después de su viaje.
El mundo de las bandas callejeras ha dado más de una idea a Francis Ford Coppola (véase 'Rebelde'). Aquí nos presenta una película aparentemente inocente, donde el protagonista, convencido de correctos ideales, presenta una fiel admiración sobre el héroe que en realidad no es héroe; teniendo que aprender que en realidad su mundo es una quimera.
Película en el apogeo del nuevamente resucitado Mickey Rourke, quien nos atrae la atención con un personaje atractivo y curioso; en contraposición con el electrico y ambicioso personaje de Matt Dylon, fiel reflejo del ansia de poder juvenil, y de la admiración de los tiempos pasados que siempre fueron mejores. Al margen de los dos protagonistas, la película nos sorprende con interesantes apariciones de Nicholas Cage, Dennis Hopper y ... Ton Waits!!
Toda la película se ve rodeada de una cierta obsesión por el paso del tiempo, con escenas que te transmiten ansiedad o aceleración; imágenes de las nubes pasando rápidamente, o la presencia de muchos relojes en un gran número de planos. Todo ello parece querer destacar la influencia del tiempo en los diferentes periodos de la vida de las personas, reflejando la juventud por el adolescente Matt Dylon, el periodo adulto o más experimentado en Mickey Rourke, y la madurez o vejez temprana en el padre de ambos en la película (Dennis Hopper).
El cine callejero coge fuerza gracias a películas como ésta, con la que reúne ya un buen puñado de joyas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No Response to "Crítica: La ley de la calle"
Leave A Reply
Expresa todo lo que quieras