22 de junio de 2010

Crítica: El conductor

Rafael Bargiela / Madrid.

Un conductor, conocido como el "Cowboy", es la obsesión de un detective de la policía y su brigada, quienes llevan mucho tiempo persiguiéndole. El "Cowboy" trabaja como conductor para escapadas de atracos, considerado el mejor, y siempre meticuloso en sus métodos y exigente en la contratación de sus servicios, ahora deberá hacer frente a la trampa que el detective le ha puesto en su camino.

Las "road movies" ya no tienen el significado de antes en la actualidad. Con la franquicia de "the fast and the furious" como mayor estandarte, la esencia del género se ha tornado comercial, de espectáculares efectos especiales, coches imposibles, mujeres despampanantes (lo cual no está mal), y guiones secos y predecibles, satisfactorios solo para los días muy aburridos, llenos, eso sí, de "tunning", mucho "tunning".

Lejos quedaron películas como 'Bullitt', en la cual Steve McQueen marcó un hito en la historia del cine, con escenas impresionantes sobre las inclinadas calles de San Francisco, con aquellos hermosos coches americanos de los '60 y '70. Como esa podríamos recordar muchas otras con grandes persecuciones, como la que realiza Gene Hackman por debajo de las vías del tren en 'French connetion', o los asombrosos tramos que se pueden ver en 'Ronin'. De entre ellas, siguiendo esta esencia, apareció a finales de los '70 'Driver', una de las primeras películas de Walter Hill.

En este caso, Ryan O'Neal interpreta a un duro y habilidoso conductor de alquiler, escueto en palabras, expresivo en gestos, es un hombre solitario de vida irregular, sin casa ni familia. Sin decir demasiadas palabras en toda la película, de guión en general pasable pero no genial, el protagonista nos hace participar de persecuciones trepidantes, bajo una ambientación nocturna, sintiendo la ciudad y su ruido, el coche y su motor, la carretera y sus curvas. Coches de una época pasada, sin arreglos quiméricos, ni acrobacias imposibles, siempre a una distancia palpable por el ser humano.

Con notable emoción, asistimos a una historia de la vieja escuela de los '70, sin historias complicadas, con revólveres de gran calibre y contundentes personajes. Una buena muestra de un género que hace tiempo que se dejó de practicar.

1 Response to "Crítica: El conductor"

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Alfonso Says....

El amor que sentía el HOMBRE por su coche (su amado compañero) vease, el coche fantástico, ese amigo de juergas y confidencias, ya no se lleva. Hoy el HOMBRE, no esta tan sujeto al auto, es más, los ricos tienen varios coches, cada uno para su ocasión, con lo que, creo que el coche esta más desligado de la persona, convirtiéndose en un producto mas.
De todas formas siempre es agradable rescatar de la filmoteca alguna peli, en la que el coche y el protagonista son uno, como Taxi driver. O incluso esa peli que tengo que ver si o si.. EASY RIDER.

eSO cREO

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