11 de mayo de 2010
Los políticos y la incompetencia
José Ramón Martínez / Yecla.
La encuesta del CIS arrojó datos altamente preocupantes. La fundamental conclusión que se desprende del informe del organismo público es un peligroso descontento con la clase política de nuestro país. Para los españoles la clase política es el tercer problema más importante tras el paro y la crisis económica. Estiman los encuestados que representa un problema mayor que el terrorismo, la inmigración, la educación o el acceso a la vivienda. Lo cual debe hacernos reflexionar.
Del Gobierno, los ciudadanos opinan de forma abrumadora que su gestión es claramente deficiente. Yo más que mala o muy mala creo que la gestión es inexistente e indigna, parecía difícil hacer peor las cosas que Aznar, y Zapatero lo ha conseguido. Pero si es difícil de asumir la caída del prestigio del Gobierno, más complejo de asimilar es que la oposición tenga peor valoración que el Ejecutivo.
Pero es comprensible, porque la oposición además de oponerse –valga la redundancia- debe presentar una alternativa. Lo que se espera del PP y del resto de partidos no es que digan que hay que reducir el déficit, lo que deben aclarar es qué partidas hay que eliminar y qué servicios o políticas hay que reducir. Tampoco sirve decir que hay que bajar los impuestos, es necesario comunicar a los ciudadanos qué impuestos hay que bajar, lo que supondría y el objetivo que persigue esta medida. Plantear medidas y acciones concretas y claras y no enarbolar mensajes simplistas vacíos de contenido.
Lo cierto es que es sumamente difícil ofrecer un discurso creíble frente a la crisis cuando los distintos gobiernos del PP hacen precisamente lo contrario a lo que predican, aumentando el gasto y culpando de todos los males a Zapatero sin asumir ningún tipo de responsabilidad.
Y no es exactamente beneficioso pedir al Gobierno que controle mejor el dinero de los españoles cuando hay indicios razonables que nos conducen a pensar que miembros de la formación conservadora se han enriquecido a costa de los ciudadanos y la reacción del partido, en vez de condenar los hechos y depurar responsabilidades, ofrece un apoyo incondicional a los corruptos, como al president del Consell, Francisco Camps.
Si importante es tener un buen Gobierno para un país, no menos importante es tener una alternativa sólida que pueda sustituir una mala gestión. Pero en España no tenemos ni una cosa ni la otra. En España tenemos unos políticos que, la mayoría, no saben situar los ríos de España, alguno de ellos ni sabe que Alfonso XIII es anterior a Franco. Esta generación de iletrados son los que han llevado al país desde la Champions a Segunda en un año.
Tengo la sensación como español que en un corto espacio de tiempo hemos vuelto a ser el país atrasado y enclenque de antaño, dependiente de las limosnas de los de fuera y de su control y supervisión. Dos años han bastado para que un par de incompetentes –Zapatero y Rajoy- dilapiden el prestigio de tantas décadas de esfuerzo. Y lo peor es que ambos piensan seguir en su huída hacia adelante con la valentía del ignorante. Muchas cosas tendrán que hacer para recuperar el respeto y la confianza de los ciudadanos. La primera, pedir perdón. La segunda, dimitir de inmediato.
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