Rafael Bargiela / Madrid.

Los hermanos llamados 'Los santos', exiliados en una tranquila cabaña de los campos de Irlanda, reciben la noticia del asesinato de un sacerdote que muestra las mismas señas de identidad dejadas por ellos, cuando liquidaron a una gran parte de la mafia de Boston. Ahora, volverán para averiguar lo sucedido, y perpetuar la venganza.

No recuerdo ya hace cuantos años, en una de esas noches de videoclub, me llevé la primera parte de 'Los elegidos'. Los ojos se me abrieron de par en par ante el increíble espectáculo desplegado durante la película. Las balas volaban por todas partes, las acrobacias en cámara lenta se sucedían constantemente, y por supuesto los cadáveres se amontonaban por decenas. Contadas las escenas a través del inspector de policía que les seguía la huella, recreando minuciosamente el escenario, e interpretado por un polivalente Willian Dafoe, la primera parte resultó convertirse en una obra de brillante culto.

Sin embargo, esta segunda parte, está bastante por debajo del nivel de la primera. La sustitución de dos de sus personajes más carismáticos, como son el detective interpretado por Dafoe y el personaje de "Rocco", no han sido nada brillantes. La "agente especial" encargada ahora del caso es un personaje demasiado igual a su predecesor, con el inconveniente de que en este caso el resultado es mucho menos llamativo, y con mucha menos clase, presentándonos a una detective muy atractiva, pero carente de la carisma, la clase y el encanto del otro. Por otra parte, "Rocco", muerto en la primera parte, es ahora sustituido por un estrafalario mexicano, pasando de un personaje simpático y entrañable, a otro esperpéntico, forzado y hortera. Pero la cuestión es que no hay ninguna necesidad de presentar a estos personajes, pudiendo haber optado por una opción diferente, dando un guión más variado y diferente a la primera parte.

Las secuencias de acción no presentan ni la mitad de la espectacularidad que en su predecesora, siendo además mucho menos justificadas, y realizadas de una forma más cutre. Los malos dan bastante poco juego, y realmente uno espera una mayor muestra de maldad, chulería e intimidación de los supuestos jefes de la mafia (reprender a un subordinado con un salchichonazo en la cara es una broma de mal gusto, aunque le destroce la mandíbula).

Por otra parte, si se tiene la mala suerte de ver la película doblada, se da uno cuenta de que el doblaje le quita mucha gracia a los diálogos, donde algunos no tienen demasiado sentido o suenan desacordes. Sin embargo, al que le gustó la primera película disfrutará al menos volviendo a ver estos vengadores de la ley, aunque sea para pasar el rato de sobremesa. Ya les aviso que todo apunto a que habrá una tercera parte. Recemos para que la saga recupere la calidad de la primera, y no acabe en el pozo de la serie B para televisión.