14 de febrero de 2010
El lado oscuro de Uribe
JuanJo Ortega / Guadalajara.
Creo que alguna vez he citado a Álvaro Uribe como ejemplo de dirigente que se aferra al poder. Mientras en nuestro país se discute si Zapatero se presentará o no a las próximas elecciones, el mandatario colombiano obtuvo un segundo mandato tras reformar la Constitución y confía en repetir la jugada el próximo mes de mayo de llegar a aprobarse el referendo que modificaría la Constitución Política nuevamente.
No obstante, cuando hablaba del ‘mono de poder’ de Uribe no conocía los datos que descubrí en el documental ‘Colombia, el origen de las FARC’ escrito y realizado por Mylene Sauloy.
En el mismo, no sólo se habla de la posible compra de votos de otros políticos para alcanzar la reelección en 2006. También se muestra un documento desclasificado de los servicios de información de Estados Unidos fechado en 1991 y en el que se dice lo siguiente: “Álvaro Uribe, senador, colabora con el cártel de Medellín al más alto nivel gubernamental y es amigo de Pablo Escobar que ha financiado su campaña”. De hecho, años antes (1984) se encontró un helicóptero de Uribe en el laboratorio de cocaína más grande jamás encontrado en Colombia.
Por si todo ello fuera poco, según los diversos testimonios y lo expuesto en el documental, el presidente de Colombia declaró la guerra a las FARC mientras concedía un trato deferente con los paramilitares, uno de los cuales, Mancuso, denunció públicamente que el 35% de los congresistas tenían claros vínculos con los paramilitares.
Cuando el escándalo alcanzó a su familia, concretamente a su primo, Mario Uribe, el dirigente organizó el primer rescate militar que no acabó en un baño de sangre. El mismo que permitió liberar a Ingrid Betancourt (ver último párrafo de este texto). Todas las intentonas militares previas, habían acabado con decenas de muertos.
Es más, Uribe siempre boicoteó los planes de Acuerdo humanitario que defienden tanto las FARC, como buena parte de los familiares de los secuestrados y otros dirigentes internacionales. Una oposición que empujó al mandatario colombiano a boicotear los esfuerzos de Chávez y Piedad Córdoba, y a asesinar en territorio ecuatoriano al encargado de dicho acuerdo humanitario en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Según el plan previsto, expuesto por uno de lo liberados tras recuperar su libertad, a la liberación unilateral de civiles que emprendieron las FARC les sucedería un intercambio de soldados-policías por guerrilleros y la intercesión de Francia para levantar las sanciones internacionales contra el grupo armado, considerado como grupo terrorista.
El plan, lógicamente, entró en barrena y con él, la suerte de centenares de personas.
Y entre otras cosas, me gustaría destacar que Ingrid Betancourt ha sido, sin duda, la prisionera más mediática y, por tanto, una de las principales llamadas de atención sobre el problema colombiano. Sin embargo, el origen de su secuestro fue casi casual. Tras acudir con el entonces presidente Pastrana a una zona de distensión de San Vicente del Caguán, un área otorgada por el gobierno para alcanzar un proceso de paz con las FARC, asistió impotente al regreso de la expedición mientras ella y su compañera Clara Rojas se quedaban en tierra. Según denunció entonces ella misma, se había quedado sin sitio en el helicóptero porque Pastrana había preferido trasladar a algunos extranjeros en su lugar.El presidente acababa de anunciar el final de las negociaciones y con ello, el final de la zona desmilitarizada y, mientras se retiraban, las FARC toparon con Betancourt y la secuestraron, casi sin darse cuenta de la repercusión que obtendrían por ello.
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