22 de enero de 2010
Llamar a las cosas por su nombre
Antonio Soriano / Cocentaina.
Cómo nos gusta llamar a las cosas por su nombre. La sociología, la disciplina que estudia el comportamiento en sociedad de los seres humanos es una gran aficionada a esta tarea, y disfruta con ello. En su DNI pone que se llama Emilio José, sus amigos hablan de él como ‘el cacerolas’, su madre y sus dos hermanas se dirigen a él con un simple Emilio, y su padre, Emilio, Cristina.
Somos seres biológicos, naturales, espontáneos, pasionales, sumamente irregulares. Vivimos arraigados al paso del tiempo y de sus costumbres. Nacemos, vivimos y, hasta que no se demuestre lo contrario, morimos. Somos conservadores y rebeldes de nuestra propia historia. Caprichosos de la hora en la que se produce el siguiente cambio, siempre inconformista. Emilio José soñaba con ser ‘el Buitre’, y ganar una copa de Europa con el Real Madrid. Soñaba con ser Julio Iglesias ganando Eurovisión. Soñaba con ser papá junto a Pamela Anderson. Soñaba hasta que se despertaba exhausto y mojado, con un último sueño en el que se veía desnudo ante el espejo.
De la misma forma que la sociedad ha querido clasificarnos por números con tarjeta para que nos sintamos identificados, nos identifica por géneros informativos, de opinión y mixtos. Es decir, hombre, mujer, y mixto. Todo tiene su explicación. Que tienes pene, pues hombre. Que tienes vagina, pues mujer. Que tienes pene o vagina y te gustan los/las otros/as penes o vaginas, pues homosexual. La cuestión, poner nombre a las cosas.
Cuando Emilio creció fue arrastrado por la vorágine del cambio y de la pasión. Ya se sabía diferente, pero ahora, aún más. El quería ser como Juan, como Luis, como Victor, pero él seguía siendo Cristina, a la que no le salía barba, pero le crecían dos pequeños bultos en el pecho. Fue entonces cuando empezó a sentir que eso que no tenía, pero que Juan, Luis y Victor decían que sí tenían, era aquello que lo despertaba mojado de sus sueños.
Parece ser que en esa fábrica de construcción de seres humanos hay algún trabajador antisistema, antisociedad, que a los muñecos con pene les pone cerebro mujer, y a los que tienen vagina, cerebro de hombre. Ahí aparece la figura del ser humano para solucionar los caprichos de la naturaleza.
Soy Emilio José en honor a mi padre y a mi abuelo. Tengo 16 años y, médicos, psicólogos, psiquiatras, endocrinos, y jueces, me van a permitir ser como Juan, Luis o Victor.
Mi padre me sigue llamando Cristina, no le culpo por ello, solo es una forma de llamar a las cosas por su nombre.
5 Response to "Llamar a las cosas por su nombre"
¡Qué bueno Soriano! :)
Genial el artículo!!
Soriano Selección!! Ya sabía yo que te veía algo raro... esos andares, esa forma amanerada de parar balones y de tapar el primer palo, ese gusto por las cervezas con fanta de limón, esas alpargatas de cuadros, esa foto de Amor de Gran Hermano en tu carpeta... Da igual, aunque seas transexual te seguiré apreciando.
¿Es verdad que en tu DNI pone Zulaima?
Llamaré a las cosas por su nombre: gran artículo.
El día que Soriano me intentó besar, me asusté... ahora soy yo el que le susurro detrás de la oreja. Sori 'tai lofiu mes que l'hòstia puta'...
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