Teresa Fernández / Madrid.

En Toma, pan y moja: especial compañeros de piso, lomitos de cerdo con piña, dedicado a un chef natal de Palma De Mallorca, pero medio conquense y afincado en Madrid.

No hay nada como estar en casa, pero a veces por el trabajo o los estudios a cursar llega la hora de vivir en otra ciudad y, en muchas ocasiones, de compartir piso: el momento de la independencia. Y asumir con ella -aunque sólo sea parcialmente- el rol de ama de casa, donde se erige como un clásico la tabla cuadriculada que recoge quien limpia la cocina, quien el baño y quien las zonas comunes cada semana. A partir de esta toma de contacto con los compañeros de piso, si la convivencia toma un rumbo positivo se suceden vivencias inolvidables.

Desde pequeños gestos -una simple sonrisa acompañada de “buenos días” o “buenas noches” o un vaso de leche caliente sobre la mesa por la mañana temprano- que hacen de la rutina algo especial y ayudan a anhelar menos el cobijo materno, hasta las charlas tras cenar que se adentran en la madrugada, el resumen de la jornada –y no la deportiva, sino la laboral- con las quejas y expectativas correspondientes, los abrazos en los malos ratos o los purés y caldos en los de enfermedad, las visitas al médico y al supermercado, las peleas con el casero, las lavadoras conjuntas… tanto y tantos instantes que desembocan en un único pensamiento y sentimiento de formar una particular familia y querer compartir… ¿por qué no una cena con dedicatoria especial por lo vivido?

Es muy fácil, solo es necesario:

Arroz (un puñado/persona)
Filetes de cinta de lomo de cerdo fresca (2/personas)
Piña en almíbar (2rodajas/persona)

Y seguir tres pasos:

Cocer el arroz
Freír los filetes de lomo a la plancha
Colocar en un plato dos rodajas de piña, y sobre cada una de ellas un filete de lomo; al lado, montar la torre de arroz.

Como la comida de mamá tampoco hay nada, pero seguro que los comensales agradecerán y disfrutarán de esta cena con un toque fuera de lo común y hecha con un gran cariño.

¡Bon profit!