16 de noviembre de 2009

El placer por el placer

Ana Andújar / Lorca.

Este es el único tupper que no te va a echar tu madre para que te alimentes durante (¡oh dios mío!) una semana entera sin sus cuidados. Y si lo fuera, estás de enhorabuena: tu madre es enrrollada de narices.

El tuppersex es una mecánica de reuniones bien conocida por grupos que tienen por decálogo de vida la serie 'Sexo en NY' y saben que Avon ya no les trae los productos que necesitan. Aquí se ofrecen sobre todo juguetes sexuales, cremas, aceites y ropa, todo seleccionado por una experta que va a tu casa y te asesora sobre las novedades en el terreno del divertimento erótico. En el sexo, se ha acabado el aburrimiento.

Aunque el 95% de sus clientes son mujeres, sus dueñas aseguran que tienen productos para ambos sexos que cada vez más hombres se atreven con este tipo de reuniones de vecinitas calenturientas. Todo forma parte de un negocio muy bien montado, en el que se exige por la reunión una compra minima de 200 euros para grupos de entre 7 y 15 personas. A veces es más fácil perder el miedo y acercarse a un sex-shop tradicional y dejarse guiar por el instinto y los consejos del veinteañero descontrolado que habrá tras el mostrador.

¿Y qué nos pueden ofrecer que no tengan los testigos de Jeová? Una amplia variedad de vibradores, juguetes sexuales, lencería y lubricantes que, de no ser por el tuppersex, dudamos que tuvieras alguna vez en tal cantidad en tu comedor. Por ejemplo, empezaremos por un clásico, los dildos. No, chiquillos, aunque tenga nombre de cofradía de Semana Santa más de una señora se desmayaría al verlos en procesión. Podríamos definirlos como vibradores en forma, pero estáticos, y hechos de látex, silicona, metal e incluso jade, para los exquisitos. En la web de Los palceres de Lola te darán consejos muy prácticos sobre ellos, como que los modelos en silicona se pueden limpiar en el lavavajillas (ojo con no confundirse de objeto y llevarse una cuchara de palo, aunque todo es probarlo) y que no reaccionan muy bien con lubricantes oleosos (seguramente al frotar sale un elefante rosa).

También podemos elegir entre diferentes objetos para practicar bondage (las guarradas en francés quedan menos guarras y más glamourosas), el juego con látigos, azotes y amarres en el que se intercambian roles de sometimiento y caña al mono. Las palas de azote son prácticas porque si tu padre te la pilla, puedes decir que has empezado pádel y tan contentos.

Y el tamaño no lo es todo y menos aquí, y joyitas tan pequeñas como unas bolas chinas pueden hacerte alcanzar cumbres que ni Marco Pantani. Las tienen de todo tipo y se pueden intercambiar con las balas, que se pueden insertar en vagina o/y ano durante la penetración y todo el mundo está invitado. Fascinantes las que funcionan con un mando a distancia discretito. Para jugar con el morbo tú puedes elegir quién las activa, así que nuestro consejo dice: déjalo cerca del TDT y que el destino elija cuál de tus inmundos compañeros de piso puede provocarte el mejor orgasmo de tu vida. Para indecisos, hay kits “surtido cuétara” para que lo pruebes todo sin sentirse un enfermo y luego elijas las cosas a-tu-medida. Cajitas con mini-látigos, guías, aceites y braguitas comestibles, u otras especializadas como la clitoriana, un vibrador con más cabezales intercambiables que la Termo-mix.

La selección continúa hasta libros o peliculas de temática hetero, homo o bi, aunque no sabemos si tendrán grandes éxitos del gremio como “Si no soy Curro Jiménez qué hago con este trabuco” o “En colegio femenino, ensalada de pepino”. En fin, hay clásicos que siempre pertenecerán a las altas horas de las cadenas locales. Para todo lo demás, imaginación.

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