Héctor Rubio / Madrid.

Y no uso el término enloquecer aludiendo a una celebración histórica, a una exacerbación de la alegría por el deporte rey o por una afición viajando para apoyar a su equipo en masa. Utilizo el término locura en su definición más dura: esquizofrenia colectiva, violencia sin sentido, muerte.

Dos países de esta región del continente negro están luchando por meter a sus selecciones nacionales en el próximo Mundial de Sudáfrica 2010. Argelia y Egipto hace tiempo que no participan en la fase final de un mundial. Concretamente, Argelia no participa desde México 86 y Egipto desde Italia 90. Este anhelo de competición mundial, con el aliciente de que sea en su continente, ha hecho que se ambicione más que nunca conseguir la clasificación y más aún si dejas en la cuneta a un rival directo.

Desde el punto de vista futbolístico, es perfectamente comprensible el nerviosismo de la afición, el deseo de triunfo, pero eso no justifica los hechos ocurridos en las últimas fechas. Hoy daba la casualidad de que escuchaba en la SER los testimonios de dos periodistas que trabajaban en estos dos países árabes y ambas decían que los medios de comunicación habían calentado el partido desde hacía meses y que además no se había visto nunca una rivalidad tan feroz entre dos países que siempre han estado vinculados cultural, económica, religiosa y geográficamente.

El pasado día 14 de Noviembre se disputó el partido de vuelta de esta eliminatoria en El Cairo, saldándose con un 2-0 para los locales e igualando la eliminatoria. Ahí debería haberse quedado la noticia, pero no fue así. Antes del inicio del partido, los egipcios recibieron el autocar del equipo argelino a pedradas, llegando incluso a herir a varios jugadores.

La cosa siguió así durante el partido, donde se registraron altercados en las gradas, algunos de ellos muy graves. En Argel se dice incluso que se han producido muertes, entre 4 y 17 aseguran los diarios argelinos. Al conocer esta noticia y como venganza de sus compatriotas, los argelinos han quemado y saqueado las instalaciones de dos compañías egipcias establecidas en su territorio, una de telefonía móvil y las de la aerolínea Egyptair. Todo esto ha provocado que las autoridades de Jartum (Sudán) lugar neutral donde se disputará el partido decisivo, vayan a movilizar 15.000 agentes para evitar disturbios en un partido designado como de “altísimo riesgo”.

Esperemos que ambas aficiones y los medios de comunicación de ambos países entren en razón. Estos comportamientos denigran no sólo al fútbol, sino al género humano que parece perder su inteligencia, su razón y su respeto por ver como una pelotita pasa una línea y se estrella contra una red. Seamos sensatos, la violencia no se justifica por nada y un deporte tan bello como es el fútbol no debería servir como excusa para tan denigrantes acontecimientos.