José Hernández / Murcia

La Academia de Cine americana ha hecho un cambio espectacular para la próxima edición de los Oscar: a partir de ahora serán 10 los candidatos a Mejor Película. Al principio esta era la norma, pero hace 65 años que se redujo el número a los más cinco que conocemos. Veamos algunos peligros que tendrá que sortear este arriesgado, y quizá incluso positivo, cambio:

1. Devaluación del prestigio

Habrá más candidatos que pueden lucir la pegatina de ‘peli de Oscar’. Deducción lógica: ahora es más fácil ser nominado. Por tanto, ya no tiene tanto mérito y se pierde el valor añadido de la marca Oscar.
Solución: vencer la difusión de títulos con concentración de calidad. Escoger películas verdaderamente buenas, que no pongan en entredicho el nombre del premio.

2. Saturación de medios

Hay un tiempo limitado que los medios de comunicación pueden dedicar a los Oscar, y no va a aumentar mucho. Ahora ese tiempo se repartirá entre el doble de candidatas, ergo, cada una tendrá la mitad de cobertura.
Solución: que los medios no desperdicien todo el tiempo en las candidatas que ya conoce todo el mundo.

3. Más candidatas mediocres

En las primeras ediciones ya ocurría: entre las candidatas había mucha morralla. Si con cinco elegidas también se colaban naderías, ¿cuántas más podrán entrar con diez posibilidades?
Solución: ver #1.

4. Más ataques por los ‘olvidos’

Ocurrió este año con El Caballero Oscuro: siempre hay algún filme excelente que se queda fuera. Las críticas por ello, cada vez más agresivas, pueden estar detrás de esta medida. Pero ahora, olvidarse de una gran película tendrá el doble de delito. Y va a suceder. Es inevitable.
Solución: ver de nuevo #1 .Ya que alguna se tendrá que quedar fuera, que no se pueda señalar la que sobra claramente.

5. Más gastos en publicidad

Con más huecos para nominadas, más películas se querrán promocionar para aprovecharse. Más dinero pues, y los estudios no están en una situación boyante.
Solución: que sigan con su plan de reducir estos gastos. Que las películas hablen por sí solas.

6. Menos tiempo proporcional para rentabilizar la nominación

Sobre todo para las pelis pequeñas, lo más importante de estar nominado es el correspondiente impulso en taquilla. Si en un mes al público apenas le da tiempo de ver cinco candidatas, con diez será totalmente imposible.
Solución: ampliar el hueco entre nominaciones y gala de entrega. Mínimo, mes y medio.

7. Más confusión para elegir ganadora

Cuantos más candidatos, más se reparten los votos. Una diferencia minúscula puede ser ahora crucial. O sea, aumentan las posibilidades de las películas mediocres.
Solución: o mejorar el gusto de los votantes, o la solución #1.

8. Cinco nominadas ‘de segunda’

Sigue habiendo sólo cinco directores nominados. Es decir, que sabremos cuáles son las películas con más apoyos y cuáles están sólo ‘de chiripa’. Mala cosa para su prestigio.
Solución: igualar ambos números, o sencillamente arriesgar más en las nominaciones de ambas categorías.

9. Más películas de estudio

La esperanza de Sid Ganis es que los filmes con varias candidaturas técnicas tengan también hueco en Mejor Película. ¿Significa eso que veremos algo como Lobezno quitarle el hueco, por ejemplo, a Sugar?
Solución: seguir escuchando a la crítica, como en el año 2008.

10. Devaluación de otras categorías

Si ya se les presta poca atención a Mejor Película de Animación, de Habla no Inglesa o Documental, ¿qué pasará ahora que los medios tienen más material donde fijar su atención? Podrían acabar incluso desapareciendo.
Solución: nominar entre esas diez a filmes animados, extranjeros o documentales.